Crítica de "Billy Boy", de Sacha Amaral, en la Cinéfondation

Alejo (Patricio Aramburu) es un joven que recurre a las aplicaciones de citas para relacionarse con otras personas, no importa el sexo, busca llenar su vacío sentimental a través de Tinder o Grindr. Se encuentra con chicos, con chicas…De la mayoría solo conoce el apodo. Tienen sexo y no mucho más. Así transcurren los días de Alejo, en un mundo críptico, donde los teléfonos celulares se convirtieron en la única herramienta para “comunicarse” y “conocerse” con el otro.

Amaral apuesta por un humor elegante, irónico y hasta corrido de su eje mostrar el mundo que rodea a las aplicaciones de citas, la incomunicación, las relaciones líquidas y también reflejar los dilemas y contradicciones de una generación que se encuentra en el medio de todo, que busca escapar, pero también quedarse. Alejo está tan cómodo como incómodo en su zona de confort.

Con sus diálogos desprejuiciados, irreverentes, por momentos tan absurdos como naturales, Billy Boy, a través de una puesta en escena plagada de detalles en primeros planos, que juega con los diferentes tipos de lentes y los planos para crear erotismo sin mostrar más allá de lo necesario, se corre con astucia de la crítica generacional y de la innecesaria bajada de línea para no juzgar a sus personajes, sino solamente mostrarlos tal como como son. Sin artilugios. Libres y prisioneros.