MUBI - 8 Puntos

Crítica de "Blanco en blanco", de Theo Court, en busca de la imagen perfecta

Ganador del premio a la mejor dirección dentro de la sección Orizzonti en la 76 edición del Festival de Venecia y el premio FIPRESCI, Theo Court, realizador chileno nacido en Ibiza, ofrece un neowestern patagónico sobre un fotógrafo obsesionado por conseguir la imagen perfecta sin importar las consecuencias.

viernes 02 de julio de 2021

Blanco en blanco (2019) se desarrolla a finales del siglo XIX en la austral Tierra del Fuego. Pedro de Castro, un experimentado fotógrafo interpretado por el extraordinario Alfredo Castro, llega al lugar para tomar un retrato de la futura esposa de Mr. Porter, un acaudalado terrateniente. La prometida, de una belleza atónita, es una niña y Pedro queda fascinado con su inocencia inmaculada. Un primer acercamiento al horror y al abuso de quien todo lo controla. El segundo será al de una masacre de indígenas perpetrada por los secuaces del colono y que Pedro inmortaliza con la misma obsesiva y perversa perfección. 

Así como en Zama (2017) Don Diego de Zama, el funcionario americano de la Corona española, esperaba una carta del Rey que lo alegajara del puesto de frontera en el que se encontraba estancado, Pedro debe esperar que el Sr. Porter regrese y la boda se lleve a cabo para terminar de cobrar el trabajo realizado. Mientras tanto, y con la ayuda de la institutriz, se obsesiona con inmortalizar el aura virginal a través de un retrato erotico de la joven muchacha. Sus intenciones son malinterpretadas y debe negociar con "el diablo" si quiere regresar a su hogar.

La trama parte de la historia real de Julius Porter, un ingeniero y explorador rumano que emigró a Argentina en busca de oro a finales del siglo XIX y quien se convirtió en uno de los principales responsables del genocidio de la tribu de los selknam. En el retumbe de las imágenes aparece la figura siniestra de Mr. Popper, trasladado a la ficción en un invisible Mr. Porter. En la materialización del fantasma del fotógrafo que retrató el genocidio, el personaje de Pedro.

Court, que logra desde el comienzo un atmósfera asfixiante, de agobio, a través una puesta en escena cercana al romanticismo de Friedrich, con interiores obscuros que contrastan con el blanco deslucido del exterior, coloca al espectador detrás de la cámara fotográfica, a través del punto de vista de Pedro –con cambio de formato incluido–, para reflexionar sobre la memoria y la construcción de la historia.

Una apuesta arriesgada y elegante, más centrada en aquello que queda fuera del campo visual del espectador/fotógrafo que en lo que las imágenes/fotografías revelan.

8.0
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