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Crítica de “Fabián Canta” y la búsqueda de la fiesta inolvidable de Diego Crespo

Diego Crespo se introduce en el universo de la organización de eventos en el relato de un hombre obsesionado con Joan Manuel Serrat que intenta, a toda costa, demostrar que su espectáculo es necesario para levantar cualquier fiesta.

Crítica de “Fabián Canta” y  la búsqueda de la fiesta inolvidable de Diego Crespo
jueves 24 de junio de 2021

Babalú eventos, es uno de los cientos de miles de salones para fiestas que se encuentran desperdigados a lo largo y ancho del territorio argentino. En ellos, las celebraciones se convierten en verdaderas fiestas al sumar el profesionalismo de gente idónea que sabe cómo realzar las características de la ocasión.

Pero no todos los que manejan estos lugares pueden abstraerse, y terminan por llenar de información innecesaria a los futuros “festejantes”, quienes deben mantenerse firmes ante cada uno de los cientos de ofrecimientos que les hacen para, en el fondo, vaciar sus billeteras.

Fabián (Germán Bermúdez), además de manejar el salón Babalú, se toma su trabajo de una manera muy responsable, al punto de convertir cualquier consulta breve en una reunión interminable en la que luces rítmicas, comidas particulares y shows adicionales, pueden determinar la contratación o no del servicio.

Pero además, Fabián, canta, hace años que dedica su vocación a cantar melodías de Joan Manuel Serrat, a quien imita de una manera única, pero, que sin saberlo, su espectáculo comienza a perder fuerza ante la creciente proliferación de números de magia, baile exótico, zombies, y más.

Cuando Eugenia (Ana Katz) ingresa al salón para realizar unas consultas asociadas a la celebración del cumpleaños número 70 de su padre, recibirá el inevitable bombardeo de ofrecimientos que Fabián suele realizar, pero, además, insistirá en que su show, el homenaje a Serrat, sea parte del evento, desacreditando la participación de una bailarina árabe que despertó el interés de la mujer.

Crespo potencia con humor e ironía, lo ridículo de la situación expositora, con un patetismo que trasciende la pantalla, y el que, en la figura de Fabián, condensa un relato asociado a cantantes de segunda línea que deciden dedicar su vida a aparentar ser otros.

Bermúdez y Katz logran un contrapunto único en Fabián Canta (2021), un relato mínimo pero potente sobre el ADN argentino y la constante necesidad de mostrarse como la mejor opción, revelando el costado más brutal en el marco de una oferta y demanda irrisoria, planteando desopilantes situaciones y una incomodidad fundante, que acompaña a Eugenia y a los espectadores aun luego de haber terminado la narración.

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