El cineasta estrena su película tras su paso por Berlín y Mar del Plata

Alex Piperno reflexiona sobre “Chico ventana también quisiera tener un submarino”, su ópera prima

“Cuando vos escribís no podés imaginar cómo hacer, y los modos industriales del cine te piden certezas, pero el cine es todo menos certeza”, menciona en exclusiva a EscribiendoCine.

Alex Piperno reflexiona sobre “Chico ventana también quisiera tener un submarino”, su ópera prima
Alex Piperno
Alex Piperno
martes 08 de junio de 2021

La ópera prima de Alex Piperno, Chico ventana también quisiera tener un submarino (2020), propone una experiencia única que recupera para la pantalla viajes fantásticos y conexiones inimaginadas en las que se pierde su protagonista. Presentada en Berlín en 2020 y el último Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, finalmente llega a salas abiertas y CINEAR.

¿Qué idea tenías sobre el tiempo y cómo pensabas, antes del proyecto, en plasmarla cinematográficamente?
Para mí la película no va al pasado, mucha gente cree que sí, no lo niega ni confirma, no pienso que tenga una maduración sobre el tiempo, sí sobre el espacio. La primera vez que fui a un videoclub pregunté por una película que trabajara el tiempo de una manera rara, no sé por qué. Cuando era estudiante también me interesaba eso, pero luego me dejó de interesar porque sentía artificial el manejo del tiempo. Sí me parece que por ejemplo, Tsai Ming-liang, un cineasta que me gusta mucho, maneja el tiempo de una forma muy curiosa, sin ser una maduración efectiva del pasado, el futuro, sin ser cronometrable, maneja el tiempo desde la dilatación, de otra cosa. Eso me interesa más, no en su flashbacks y flashforwards.

Imaginaba en un tiempo nuevo…
Nuevo porque está fuera del cotidiano, pero es el cotidiano del protagonista, sobre la fantasía de lo otro, que al dejar de serlo, se convierte en la realidad y la fantasía deja de existir. Pienso en la película más en cuestiones de espacio, no de tiempos, y la confusión del tiempo, es lo que me gusta trabajar y pensar.

La película maneja una tensión en la cual siempre uno imagina que pasará algo malo ¿fue difícil pensar eso?
Para mí la película atestigua con el personaje lo desconocido, lo que no conoce e impulsa a que quiera ver más, tal vez tiene que ver lo malo que decís con el encuentro con lo otro. Los encuentros es lo que me interesa y el dispositivo fantástico hace que lo veas con ojos nuevos, pero es encuentro con lo otro, con lo nuevo, con lo extraño, eso hace que uno mire al personaje con ojos nuevos y pone en funcionamiento el mecanismo narrativo del relato.

¿Te llevó mucho escribir el relato y conseguir fondos para la película? Imagino que debe haber sido complicado pitchearla siendo que es más una experiencia…
Pero ¿qué película no es una experiencia?

Muchísimas, porque van lo lo obvio, pero Chico ventana también quisiera tener un submarino, es otra cosa…
El proyecto empezó en la Universidad del Cine, en el Taller de Largometrajes, y comencé a acumular notas, ideas, y apareció esto, que después yo lo nombre como el Buquebús, que une dos vidas, que no se tocan, en la ida y la vuelta, y ahora la puedo nombrar a esa idea, pero era un profundo caos, como lo que estoy ahora escribiendo. Estrené un cortito mío en Cannes y este proyecto comenzó a transitar varios lugares y me descubrí trabajando para la “mafia” del cine mundial, sin saber dónde me metía, y con el diario del lunes entendés qué cosas hacés mal y qué bien, porque había tratamientos para esos lugares pero no un guion. Un par de años después de desarrollo me di cuenta que no tenía fondos de coproducción, y se dio natural hacerla entre Uruguay y Argentina, Brasil fue el primero que apareció, Ibermedia, el INCAA, el ICAU, Hubert Bals salió, y así se constituyó. Para mí era importante en cada etapa ver qué materiales concretos hay, me es difícil ir al set e imaginar eso, para los productores fue tenso, porque iba asumiendo mi forma de trabajar en un lugar de tanta incertidumbre.

En el set ves realmente todo…
Cuando vos escribís no podés imaginar cómo hacer, y los modos industriales del cine te piden certezas, pero el cine es todo menos certeza.

Cuando la ves, ¿te gusta lo que te devuelve la película?
Yo no la veo más, no siento más nada, tengo piel muerta. Hace poco la vi, después de mucho me reí, pero fue un proceso angustiante, nunca supe realmente qué película tuve, y ahora tampoco, pero ya no me importa porque está terminada.

¿Cómo llevás el hecho del estreno online?
Tuve la suerte de presentarla en el último gran Festival antes de este infierno, en Berlín, en febrero de 2020, con siete funciones, siempre a sala llena, con el encuentro con el otro, y después tenía pasaje para presentarla en el MOMA, en abril, y muchos lugares confirmados, con viajes y encuentros confirmados con la gente, pero no se pudo, estuve en algunos lugares acompañándola, ir a Mar del Plata ya estaba confirmado desde mucho tiempo antes, y queremos estrenarla en la Lugones, pero estando tan cerca, estamos tan lejos. Yo insisto para que se vea en sala, porque cambia la experiencia de verla en una computadora.

¿Podés adelantar algo de tu nuevo proyecto?
No sé mucho, estoy en un barullo, sólo puedo adelantar que se llama Astarsa, y habría naves espaciales, espero, sería fantástica y estoy trabajando en algo sobre conversaciones mías de audios de WhatsApp, siento que en Chico ventana… fui distante en algunas emociones, y quiero ir por ahí, creo que me costaba exhibir mis emociones en los proyectos, y creo que ahora, con la experiencia de la primera película, me siento más liberado, quiero trabajar con más diálogos, lo de los audios me ayuda en ese proceso, ver cómo todo termina en una nave espacial, estoy en proceso de escritura, Astarsa es un planeta nave psíquica, y hay que ver qué leyes tiene, y estoy tratando de entender eso.

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