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El showrunner de “In Treatment”, Joshua Allen, cuenta el desafío de la nueva temporada, rodada en pandemia

“Mi experiencia con la salud mental fue ver algunas películas en las que ponían a la gente en chalecos de fuerza como en “Atrapado sin salida” y “Ratched”. No fue hasta que me mudé a Nueva York que tuve una perspectiva diferente de la salud metal y tuve mis propias luchas con la depresión y la ansiedad”, cuenta a EscribiendoCine.

El showrunner de “In Treatment”, Joshua Allen, cuenta el desafío de la nueva temporada, rodada en pandemia
viernes 04 de junio de 2021

HBO estrena nuevos episodios de la cuarta temporada de In Treatment, basada en un formato israelí y que por primera vez cambia de terapeuta guía, y pone a Uzo Aduba como la Dra. Brooke, en un rol completamente diferente, posicionándola como uno de los misterios a desentrañar a medida que la narración avanza. Joshua Allen (Empire, Almost Family) fue uno de los que impulsó este cambio.

La trama de esta temporada está reimaginada en la actualidad en Los Ángeles y presenta un trío diverso de pacientes en sesiones con Brooke, buscando transitar por una variedad de preocupaciones modernas. Cuestiones como la pandemia global y los recientes grandes cambios sociales y culturales son el telón de fondo del trabajo de Brooke, mientras ella misma lidia con complicaciones en su propia vida personal.

La serie cuenta también con las actuaciones de Anthony Ramos (In the Heights) como Eladio, quien trabaja en el tratamiento domiciliario del hijo adulto de una familia adinerada; Liza Colón-Zayas (David Makes Man) como Rita, amiga y confidente de larga data, quien la apoya mientras ella enfrenta sus propios demonios después de una pérdida importante; John Benjamin Hickey (Jessica Jones) como Colin, un millonario encantador y que pasó de pasar su tiempo en la playa a convertirse en un criminal de cuello blanco y reflexiona sobre todas las maneras en las que su vida cambió después de su reciente salida de la cárcel; Quintessa Swindell (Euphoria) como Laila, una paciente adolescente y desconfiada de Brooke, que intenta construir su propia identidad independientemente de las expectativas de su familia sometedora; y Joel Kinnaman (For All Mankind) como Adam, exnovio de Brooke que reapareció y complicó aún más su vida.

¿Qué te atrajo hacia este proyecto y qué te hizo involucrarte en In Treatment?
Tengo una relación bastante complicada con la terapia, porque vengo de una familia y una cultura en general que piensa que es algo, entre comillas, que la gente no necesita. Mi experiencia con la salud mental fue ver algunas películas en las que ponían a la gente en chalecos de fuerza como en Atrapado sin salida y Ratched. No fue hasta que me mudé a Nueva York que tuve una perspectiva diferente de la salud metal y tuve mis propias luchas con la depresión y la ansiedad. Entonces, conozco de primera mano lo importante que puede ser tener algún tipo de intervención terapéutica en tu vida y, francamente, cómo te la puede salvar. No tienes que tener una situación tan grave para darte cuenta en realidad que tienes que entenderte a ti mismo mejor, y tal vez recibir medicación. Siempre fui un fanático de las tres temporadas originales de la serie. Las vi cuando se estrenaban en ese momento. Así que cuando surgió la oportunidad… fue como el destino. 

Cuando se trató de hacer el casting, ¿qué te hizo decidirte por Uzo Aduba como protagonista?
Nos pusimos en contacto con ella porque cuando estaba pensando sobre el personaje, quería que fuese en una dirección diferente. Y pensé, ¿qué pasaría si en 2021 la terapeuta fuese una mujer negra en Los Ángeles? No tenía a Uzo en mente porque supuse que ella iba a estar muy solicitada. Quiero decir, ella era un sueño para mí, y no me permitía soñar. Desarrollamos el personaje aún sin pensar en ella. Cuando comenzamos a hablar de a quién queríamos, su nombre surgía una y otra vez, y pensamos: “pero no hay manera de que ella esté disponible”. Y entonces, estuvo disponible. Pensábamos: “Bueno, seguro no le va a interesar”, y luego a ella le interesó. Así que los astros se alinearon de esa manera. No tengo nada más que una inmensa gratitud hacia ella. Fuimos muy afortunados de tenerla.  Quiero decir, estás hablando a alguien que la vi por primera vez en Broadway hace diez años. Ella participaba en Godspell, y eso fue incluso antes de Orange Is the New Black. Y yo pensaba: “Oh, sí, ella tiene algo y lo sigue teniendo, acapara la atención y lo hace de la mejor manera posible”. Sí, ella es una joya como ser humano.

¿Cómo fue trabajar con un equipo tan talentoso de actores?
Fue un sueño. Teníamos un cronograma de producción muy ajustado en los tiempos, lo que significa que solo teníamos un tiempo limitado para grabar cada episodio de 30 minutos. Y es todo diálogo. No es como “ok, ahora nos vamos a exteriores durante medio día a filmar una escena en la que se estrella un avión”. Eran personas hablando, fue como hacer teatro todos los días. Fuimos muy afortunados de atraer y convocar a un elenco de actores que tenían mucha experiencia en el teatro: John Benjamin Hickey, Liza Colón-Zayas y Anthony Ramos. Teníamos a esas personas que podían aprenderse todo ese diálogo y hacer frente a tomas largas porque teníamos esa presión de grabar los episodios muy rápido. Hicimos una toma con John Benjamin Hickey y con Uzo, y había partes donde naturalmente íbamos a cortar y John lo sabía, pero él y Uzo estaban tan compenetrados que siguieron con la escena. Y nuestra directora fue tan inteligente que dejó que fluyera e hicieron todo el episodio en una sola toma. Como media hora en una sola toma. Fue la toma más larga que me tocó vivir en toda mi vida. Hubo una ovación del equipo técnico. Todos usábamos mascarillas y protectores faciales, queríamos ir al baño, pero estábamos maravillados. Fue como ir al teatro, una delicia. 

¿Y cómo fue trabajar junto a Jennifer? ¿Cómo se conocieron?
Yo la adoro, y nuestra historia tiene muchos años. Nos conocimos cuando trabajábamos en un programa para la CBS que se llamaba Hostages, que solo duró una temporada. Pero seguimos siendo amigos y nos mantuvimos en contacto. Ella tiene una relación de muchos años con HBO, y mi relación con ellos es un poco más breve. Pero decidimos emprender esto juntos y lo bueno es que, más allá de nuestra amistad, también entendemos la forma de narrar la historia de la misma manera. Es como que nuestras sensibilidades son las mismas. Entonces, en este cronograma tan ajustado que teníamos, donde teníamos que dar el máximo para escribir 24 episodios y grabar todo eso, desarrollamos una manera rápida de escribir entre nosotros. Creo que fue importante para nosotros, fue como en las épocas de nuestros padres, cuando tenían que organizar la familia y un padre podía hablar por el otro, y si la madre dice que no, ya sabes que ni se te ocurra preguntarle a papá, porque mamá y papá son un frente unido. Nosotros tratamos de lograr eso tanto como fue posible, y tantas veces como fue posible, simplemente porque no había tiempo para hacerlo de ninguna otra manera. A veces no podíamos tener debates prologados sobre qué hacer con tal o cual cosa. Teníamos que darnos autoridad el uno al otro para tomar esas decisiones en nombre de ambos. Y creo que funcionó.   

¿Cuánto tiempo te llevó escribir el guion y filmarlo? Porque cuando uno ve la serie, se siente muy actual, los personajes hablan de tragedias actuales como George Floyd y el COVID-19.
Comenzamos a desarrollar y a diagramar los episodios hacia fines de la primera mitad del año pasado. Así que, sí, George Floyd ya había sucedido y estábamos en el medio de la pandemia. Y luego, después de eso, diría que tuvimos un período fuerte de escribir el guion probablemente alrededor de septiembre. Y comenzamos a grabar en noviembre. Comenzamos a grabar antes de que todos los guiones estuviesen listos. Yo vengo de la televisión, donde eso es la norma. Entonces se considera un lujo si uno puede tener todos los guiones escritos y poder revisarlos antes de grabar. No teníamos ese lujo. Fue como un Juggernaut, pero lo pudimos hacer.

El guion es muy inteligente y parece intencional en algunos aspectos. Vemos a un adolescente escribiendo mensajes de texto en código y a un asistente de salud que sube el volumen de la televisión para que nadie pueda oír la sesión de terapia on-line.
Eso lo hicimos intencionalmente. Sabíamos que la doctora Brooke Taylor iba a tener solo tres pacientes. Así que pensamos, ¿cómo podemos hacer a estos tres pacientes tan diferentes y diversos como sea posible? Porque queríamos que tantas personas como sea posible viesen el programa, para que pudiesen verse reflejados. Este fue uno de los desafíos más grandes, ya que solo teníamos tres personas. Decidimos en los primeros momentos que queríamos honrar el hecho de que muchas personas viven su vida de manera virtual ahora. Uno de nuestros guionistas, Chris Gabo, tuvo una experiencia similar a la del personaje que interpreta Anthony. Decíamos que Eladio iba a ser un asistente de salud domiciliario en la cuarentena durante las restricciones sanitarias. Él tiene unos empleadores muy ricos, con lo que no puede estar yendo al consultorio de la terapeuta, y va a terapia de manera virtual. Ello nos dio una oportunidad de explorar qué tipos de niveles de conexión y desconexión ocurrían con la gente en entornos virtuales. Es uno de los personajes más cercanos a Brooke emocionalmente, pero existe una distancia impuesta por la pantalla de la computadora. Así que nos divertimos explorando eso.

Para los que fueron fervientes seguidores de las tres temporadas, ¿qué pueden esperar de esta?
Creo que pueden esperar la misma idea, el mismo formato y la misma intensidad. El mismo torbellino de emociones, los mismos temas, temas sociales que surgen, pero en un nuevo envase. Nos aseguramos de mantener al menos una tenue conexión con la temporada previa. No nos imaginamos un In Treatment totalmente nuevo, en el que el doctor Paul Weston nunca existió. Para nada. Él existe en este ecosistema, Brooke está muy anclada a las primeras tres temporadas. Esta es, sin dudas, la temporada cuatro de la misma serie. Es como lo reimaginamos manteniendo algunas estructuras principales. 

¿El COVID afectó la filmación o el guion?
Sí, pero cuando comenzamos a concebir la nueva temporada, ya estábamos en la mitad de la pandemia, con lo que influenció de alguna manera lo que estábamos haciendo. La creamos en un escenario en el que sabíamos que podíamos controlar las variables. Teníamos un programa de testeo muy riguroso, cualquiera que entraba en contacto con los actores tenía que hacerse la prueba tres veces por semana. Había equipos de protección personal en todas partes. Hicimos todo lo que pudimos para asegurarnos de que todos estábamos seguros y que podíamos hacer nuestro trabajo de la mejor manera posible. En las vacaciones de Navidad de 2020, cuando los casos empezaban a aumentar seriamente aquí en Los Ángeles, tuvimos demoras mínimas, pero luego volvimos al cronograma y lo logramos. Hicimos un cronograma y lo cumplimos, lo que me enorgullece.

¿Cómo fue trabajar con HBO en comparación con otros trabajos que hiciste?
Es el ámbito soñado para trabajar, porque ellos -odio decirlo de esta manera, va a sonar muy artístico- te despejan el camino, no interfieren, dentro de las posibilidades. Ellos confían en los creadores, en los guionistas y en los productores para que hagan lo que saben hacer. Y si uno va y les pide: “Creo que necesito esto o lo otro”, contestan: “ok, veremos cómo podemos lograrlo”. Y tienen un compromiso con la calidad y un rigor que no tiene comparación.

Hay tantos temas impresionantes y profundos explorados en la serie: racismo, privilegio de los blancos, ignorancia, dolor, sexualidad y sexismo. ¿Cuán importante fue tener estos temas en estas sesiones de terapia que las personas también discuten en sus propias sesiones de terapia?
Fue muy muy importante. Es decir, es de fundamental importancia porque todo el mundo quiere verse reflejado en los medios que consume. Tal vez yo no me veo como ese personaje, pero si el personaje habla sobre su experiencia relacionada con el sexismo, y yo tuve una experiencia similar, entonces no importa que la persona que veo en pantalla no se parezca físicamente a mí. Pero espiritualmente, psicológicamente me puedo ver, y me puedo oír en el personaje. De la misma manera que buscamos capturar un espectro muy variado de seres humanos en los papeles, también tratábamos de hacerlo en los términos de lo que las personas están experimentando psicológicamente, y cómo la gente experimenta el dolor en el mundo. 

¿Cómo te preparaste y se preparó el equipo para crear a la doctora Brooke? Debe haber habido mucha investigación.
Sí. Trabajamos con una asesora que es una psicoterapeuta activa en su profesión. Aprendimos mucho de ella e hicimos mucha investigación por nuestra cuenta. Creo que lo que es un éxito en Brooke es que ella tiene que ser una terapeuta brillante y perspicaz, pero también tiene que ser un personaje creíble en televisión. Entonces a veces el desafío es tener ambas cosas y que se cumplan ambos mandatos. Por ejemplo, para el personaje de Collin, la idea de Brooke es que voy a tener a este paciente y voy a trabajar de manera voluntaria, va a ser excelente y será mi manera de devolver algo. Y entonces dice: “estimados señores de la Agencia Federal de Cárceles, quisiera ofrecer mis servicios como terapeuta de manera voluntaria”, y ellos piensan, buenísimo, ya le traemos a su primer paciente y esta persona termina siendo él. Ella tiene que desenvolverse dentro de esa ironía primero, y luego está lo que él le aporta, porque creo que una cosa que queríamos destacar era que Brooke es una terapeuta diferente. No se queda sentada y analiza sin pasión. Cuando hay un momento en el que siente que es adecuado comentar algo de su propia experiencia, lo va a hacer. A veces esa vulnerabilidad le cuesta. Pero siente que vale la pena porque si sus pacientes la ven como otro ser humano, se van a abrir más. Creo que esa es la razón por la que necesitábamos una asesora. No podíamos correr el riesgo de que la gente viera la serie y dijese, “mmm, no. Así no funciona la terapia”.   

¿Qué quieres que la gente se lleve consigo cuando vea la serie?
Creo que queremos que las personas expandan su entendimiento sobre lo que significa la terapia y lo que se puede lograr. Durante muchas décadas, la descripción de la terapia en los medios, en películas y en la televisión fue un tanto restringida, por decirlo de alguna manera. Es solo una cierta clase de persona la que va a terapia, una cierta clase de persona que vive en un cierto lugar y tiene un cierto nivel económico, y se ve de tal o cual manera. Hay que ampliar esta idea porque existe lo que uno necesita de la terapia. No es para personas que están “locas”. No es para personas que solo gastan 300 dólares por hora para hablar de su mamá. Es para todos y hay diferentes puntos de acceso para todos. Y no es algo que uno necesariamente debe tratar como diciendo: “Oh, me torcí el tobillo entonces voy al traumatólogo”. Es una búsqueda de toda la vida porque mientras estés vivo, vas a tener una psiquis. Y está bien que la revisen.

A pesar de que este es un drama serio, hubo algunos momentos divertidos, como el inicio de la historia. ¿Fue intencional?
Esos episodios de Collin. Fuimos muy afortunados de tener a un guionista brillante, Zac, que escribió todos los episodios sobre él. Nos divertimos mucho porque no necesariamente estábamos riéndonos de alguien como Collin. Simplemente le estábamos dando más visibilidad, y creo que el humor provino de la desconexión entre su falta de autopercepción y cómo se ve él como una persona totalmente consciente de sí mismo. Él es una persona que diría “yo sé exactamente cuáles son mis problemas. No se preocupen. Está todo en orden. Lo entiendo porque cuando viví en Venice en los ’90, también era un vecindario muy pesado. Así que entiendo lo por lo que están pasando”. Él es una persona que se percibe a sí mismo como muy consciente de sí mismo y claramente no lo es. Y por eso sentimos mucha de esa vergüenza ajena y también de eso sale mucho humor.

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