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Crítica del corto “Los Gritos”, una línea que desatiende a sus empleados

El colectivo Silbando Bembas, presenta una potente denuncia acerca de cómo el Estado continua mirando hacia otro lado en la violencia de género, ya sea física o simbólica.

Crítica del corto “Los Gritos”, una línea que desatiende a sus empleados
martes 01 de junio de 2021

Intercalando imágenes de la ciudad y sus construcciones, las que albergan, puertas adentro, un sinfín de historias, el relato nos habla sobre cómo en pandemia se ha experimentado un incremento en casos de violencia de género y una explosión de comunicaciones hacia la línea 144, que ofrece asistencia y ayuda frente a la violencia patriarcal física ejercida sobre las mujeres.

Una propuesta básica, simple, pero contundente, permite que Silbando Bembas avance en una poderosa idea, así como las mujeres confían en la comunicación y posterior recepción de su “caso” en un especialista que puede contenerlas, ayudarlas, asistirlas, por otro lado, se denuncia una violencia laboral sobre aquellos que atienden esas comunicaciones por parte de sus empleadores.

¿Es correcto que aquellas/aquellos que deben recepcionar comunicaciones desgarradoras, y luego, desde allí, asistir a las víctimas, sean ninguneados por el Estado? Los Gritos (2021) se propone como una fuerte denuncia de ambos lados, sobre el aumento de casos y víctimas de violencia patriarcal, principalmente, pero también otras, y por el otro trabajadores que son explotados y no son reconocidos como corresponde dentro del ámbito laboral que se desenvuelven.

Las herramientas cinematográficas escogidas para contar esta denuncia son muy simples, cortes, paneos sobre domicilios, ventanas, terrazas, balcones, y audios que explicitan el horror al que son sometidas las mujeres y que encuentran en la línea 144, tal vez, la posibilidad de un nuevo comienzo. No hay rostros, pero sí la posibilidad de construir desde el fuera de campo las facetas de aquellas que dan su palabra.

Y también está el testimonio en off de una de las empleadas del centro de contacto, que entre la seguridad de su expertise y estadísticas, se afianza una denuncia sobre el asombroso vacío en el que se encuentran, exigiéndoseles cada vez más, por cada vez menos, impulsando la pregunta sobre si esas comunicaciones están siendo escuchadas en las mejores condiciones.

Los Gritos dialoga con la urgencia y con la actualidad, hace película la voz de las mujeres que padecen o padecieron a diario violencia de género, y a sus “gritos” reclamando ayuda, se les suma el de los empleados queriendo asistir pero desgastados por la vorágine laboral que los tiene cautivos de una acción posterior pero que no reconoce la necesaria labor que en cada comunicación ofrecen.

Ejercicio sencillo y poderoso, a la vez, de denuncia y explicita necesidad de reimaginar un lugar en donde ni las víctimas, ni sus asistentes, sientan, una vez más, vulneradas sus necesidades y palabras, emerge en forma de cortometraje, potente, fuerte, audible, una reflexión para, repensar dónde y de qué manera se puede volver a ser uno, pero eso solamente si todos los involucrados son considerados y reconocidos como ellos lo merecen y necesitan.

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