Crítica de "Y mañana el mundo entero", la grieta alemana según Julia von Heinz

Y mañana el mundo entero (Und morgen die ganze Welt, 2020) se centra en una joven de clase acomodada, estudiante de derecho, preocupada por el creciente resurgimiento de la derecha fascista alemana. El tema central y el debate que propone gira en torno al uso de la violencia para dirimir esa batalla política e ideológica.

Von Heinz, que pone en imágenes su propia historia de juventud y rememora en la película sus tiempos como activista, deja las piedras para expresar su rabia a través del cine. No busca comprender las razones de este rebrote. Simplemente sucede y el tema es como combatirlo. ¿Es la violencia la respuesta? A partir de esta pregunta propone una tesis sobre el ejercicio de la misma en ambos lados de la grieta.

A través de un thriller reflexivo, plagado de múltiples observaciones irónicas y agudas sobre el movimiento de resistencia y la organización activista integrado por jóvenes liberales blancos que luchan por una sociedad diversa, Von Heinz a menudo tira la piedra para esconder la mano. Y ahí radica el principal problema de una historia que por momentos peca de demasiada ambigüedad.

Y mañana el mundo entero, que toma prestado un verso de la canción “The Rotten Bones are Trembling”, de Hans Baumann, que servía para elevar el espíritu de las juventudes hitlerianas, captura la autenticidad atemporal que busca reflejar gracias a un estilo visual dinámico y al uso de la cámara en mano. Un tono realista y casi documental que logra momentos de gran intensidad dramática y que recuerda al estilo de Andrea Arnold. Una película efectista pero paradójicamente también efectiva.