Crítica de "La nobleza del vidrio", un corto de César González, con Sofía Gala Castiglione

Tras dirigir cinco largos (Diagnóstico esperanza, 2013; ¿Qué puede un cuerpo?, 2014), Exomologésis, 2016; Lluvia de jaulas, 2019, y Atenas, 2019), César González presenta un nuevo cortometraje, La nobleza del vidrio (2021), estrenado en la competencia oficial del último Festival Internacional de Cine Independiente de Cosquín -10 FICIC- y ahora liberado en YouTube, donde una vez más demuestra una particular sensibilidad a la hora de retratar problemáticas sociales.

La nobleza del vidrio sumerge al espectador en el onírico descenso a los infiernos de una joven envuelta en un coctel de pastillas, alcohol y cigarrillos mientras es visitada por una serie de personajes, algunos reales, otros productos de su propia imaginación.

González, mediante la utilización de un juego de planos, que van desde el detalle al contrapicado, va creando una atmósfera visual que refleja el delicado equilibrio que arrastra a la joven protagonista hacia el infierno, clima complementado con un particular trabajo sonoro y un montaje caótico que se intensifica a medida que la ansiedad aumenta. Pero lo interesante, y  una característica en la filmografía del realizador, es la ausencia del regodeo en la miserabilidad y como evita caer en la banalidad del relato mediante golpes de efecto, un recurso por demás de tentador al que no solo le huye, sino que resulta evidente que tampoco le interesa utilizar en su obra.

En La nobleza del vidrio el espectador es testigo de un viaje sin retorno hacia la decadencia física y mental del ser humano como producto no solo de sus adicciones sino fundamentalmente del abandono social, pero no lo hace desde la misericordia y la lástima sino desde la desesperación de quien pide ayuda a gritos sin que nadie pueda oir su voz.