Crítica de "Compañeros", una comedia tarantinesca de Luis Omar Galmes Klein

Ambientada a finales del siglo pasado, Compañeros (2021) presenta a "Laucha" y "Ancho", interpretados por Marcelo Zanelli y Roberto Lavezzari, dos cableoperadores que en sus tiempos muertos planifican el asalto a una entidad bancaria. Aunque esta acción sea solo el disparador para concebir una película sobre la amistad y los momentos compartidos en un tiempo donde los valores y el futuro brillaban por su ausencia.

Galmes Klein construye una historia de personajes (muy queribles), con diálogos que constituyen el alma de un relato que transita entre la comedia y el policial. Lo hace a través de una puesta en escena minimalista, donde la acción se desarrolla mayoritariamente en exteriores, y la utilización de una fotografía en blanco y negro (aunque tiene virajes al color) que la tiñe de un estilo retro y personal gracias al eficaz trabajo de Julián Apezteguía, que con escasos recursos convierte en oro el carbón.

Compañeros, que en su envoltorio resulta una historia simple y carente de pretensiones, presenta una serie de lecturas que la vuelven mucho más compleja y menos superficial de lo que a primera vista se desprende. Con algún que otro homenaje al Quentin Tarantino de los 90, pero con la impronta argenta, plantea una ácida crítica social al final de una época banal y de apariencias.