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Crítica de “Las Chinas”, Romina Richi juega y deconstruye ideas a partir del clásico de Gluck

Tomando la sátira de Le Cinesi del compositor Christoph Willibald Gluck, Romina Richi regresa a la dirección con una lúdica propuesta en donde la excusa de una representación teatral le permite dialogar con la agenda actual en materia de géneros y empoderamiento femenino.

Crítica de “Las Chinas”, Romina Richi juega y deconstruye ideas a partir del clásico de Gluck
martes 23 de marzo de 2021

Las Chinas (2021) recupera el espíritu lúdico del cine, aquel en el que, desde la farsa, el grotesco y la sátira, posibilita la narración en solfa de emergentes sociales y políticos para bajar una línea argumentativa que potencie la mirada y el tamiz con el que se cuenta todo.

Con sólo cuatro personajes, encarnados por Guillermo Pfening, Dolores Fonzi, Julieta Cardinali y Elenora Balcarce, Richi deconstruye a Gluck, lo reinventa y se permite, además, jugar con los géneros de sus actores, para, así, convertirse en un discurso político sobre el presente, en donde las etiquetas pasaron de moda y el ímpetu artístico es más importante que asignar a cada cuerpo un nombre y una norma.

La irrupción de un extraño a una velada amistosa y familiar, desarticula los planes nocturnos imaginados, pero también termina por impulsar ideas acerca de los vínculos y de la mirada ajena, tan determinante en algunos casos.

Una cena espontánea, pantagruélica, pone en situación al espectador acerca del devenir de la historia, y también describe a cada uno de ellos con pequeñas, pero certeras, pinceladas sobre personajes, deseos y cuerpos.

La música de Gluck revalida la decisión de los protagonistas de ejercer su soberanía sobre cuerpos y deseos, y también funciona como transición entre escenas, la que, en un punto, termina por generar un efecto de eco entre palabras, programas y películas.

Las chinas son sujet@s, que necesitan del afecto y de una palabra que incentive a llevar al extremo sus decisiones de poner en diálogos la experiencia teatral individual que cada un@ presenta, en una fiesta de goce y placer, no sólo para ell@s, sino, principalmente, para el espectador.

La pandemia imperante atraviesa el relato, y escapando a la típica fórmula de relato estático o de utilizar el recurso del zoom para proyectar desde allí ideas, Richi aúna cuerpos en un departamento y reúne en una plaza a sus protagonistas para recrear, con lo que hay cerca, el espíritu de la época que se quiere ejemplificar.

Richi convoca al team que la acompañó actoralmente en ¿De quién es el portaligas? (2007), Balcarce y Cardinali y suma a un desbordado y juguetón Pfennig, más una lasciva y divertida Fonzi, para recuperar la liturgia y la festividad popular en forma de relato, con un particular interés por descubrir en el devenir la forma la importancia del sonido como expresividad, para presentar una película que escapa a cánones y etiquetas augurando otra manera de hacer y sentir el cine.

7.0
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