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Crítica de “Copacabana Papers”, de Fernando Portabales sobre la figura de Sergio De Loof

El debut en solitario del realizador Fernando Portabales (Bacanal) se detiene en la figura del artista que supo ser el epicentro de la movida cultural y que en sus últimos días se recluyó en una habitación de hotel en Brasil respondiendo constantemente a denuncias, pero sin parar de ejercer su soberanía creativa.

miércoles 19 de octubre de 2022

Copacabana Papers (2021) tiene al recientemente fallecido Sergio De Loof, artista argentino, una de las figuras claves de la noche porteña allá por los años noventa, impulsor de la visibilidad de la diversidad y dueño de una carismática personalidad que le permitió constituir un corpus artístico que trasciende su finitud.

El realizador se introduce en la intimidad de la habitación de De Loof, en su constante interés por recuperar el prestigio, y, principalmente, dejar en claro que aquel dinero que recibió por parte de varios compañeros de aventuras de antaño no ha sido dilapidado en drogas y sexo, al contrario, él también ha sido víctima de una estafa que le ha impedido tener el regreso con gloria que deseaba.

Obsesionado con la actividad, Portabales, siguiendo una doble línea documental, por un lado observa, sin intervenir en las acciones, las que, por la propia chispa del personaje, comienzan a sedimentar capas de sentido que pintan de cuerpo y alma a De Loof.

Por otro lado acompaña en sus “aventuras” al artista, sin suprimir deseos y acciones, convirtiendo ese objeto de estudio en un potente testimonio sobre la vida tras el éxito, el ocaso de la fama y los intentos desesperados por volver.

Las imágenes de archivo suman destellos de un hombre que si bien en la pantalla se muestra abatido y casi agotado, cuando marcaba el ritmo de la noche tenía el ímpetu de transgredir y revertir normas, acercar divergencias al gran público y, en un punto, persuadir a aquellos que aun creían que sólo las elites podían ser consumidoras del arte y la cultura.

Si bien la extensión del relato resiente la propuesta, cuando De Loof logra su merecido homenaje, que sin saberlo se convirtió en póstumo, Portabales explora al personaje desde la alegría, entonces ahí el registro termina por iluminarse.

Fragmentos de una vida, recuerdos de la época gloriosa de De Loof, ofrece otro ángulo del artista, el que, en sus claroscuros, euforia y depresión, también emerge una reflexión sobre la soledad de los artistas, sobre el exilio obligatorio y sobre qué se les exige a aquellos hijos pródigos que lo han dado todo por su obra.

6.0
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