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Crítica de “Bandido”, de Luciano Juncos y con Osvaldo Laport en el ocaso de un cantante

El film del director cordobés se destaca por la gran interpretación del actor argentino como un astro de la escena musical en el ocaso de su carrera.

martes 16 de marzo de 2021

Bandido (2021) cuenta la crisis existencial del cantante Roberto Benitez (Osvaldo Laport) quién transita una vida aburguesada sin motivaciones personales. Es interesante la elección de la puesta en escena de la película que, desde la primera imagen, nos ubica en el ámbito privado de la estrella pública.

 La cámara sigue de cerca al protagonista. Lo vemos de perfil con la mirada baja mientras le hablan, en estéticos planos picados y/o contrapicados, o de espaldas al público sobre el escenario. Una actitud que cambia con el devenir de la trama, cuando el cantante decide salir de su zona de confort y elegir qué luchas dar.

Roberto se encuentra en soledad, rodeado de músicos y su manager (Juan Manuel Lara), único vínculo de confianza, viajando de un show a otro. Se lo ve cansado y dispuesto a retirarse de los escenarios. Una noche un hecho fortuito cambia su vida. Un asalto en la ruta donde le roban su auto, teléfono y documentos, lo deja acéfalo de lo material y, paradoja del destino, se ve obligado a reencontrarse consigo mismo.

Resulta atractiva la decisión de Luciano Juncos (La laguna, 2013), quien escribe el guion junto a Renzo Felippa, de no construir un relato meramente existencial. Porque si bien se trata de una historia de búsqueda de identidad, elige representar el cambio del protagonista con acciones concretas que expresan sus deseos. 

En ese evento casual -el robo- aparece lo causal, al involucrarse en la lucha de un barrio marginal por evitar la instalación de antenas de telefonía celular junto a Pancho (Hernán Alvarellos), un bandoneonista de sus primeros años en la música, comprometido con su gente en la causa.

Si bien la película incorpora demasiados temas que parecen desviar el eje de la historia, logra que nos compenetremos con el drama del personaje y transitemos el cambio junto a él. Esto es posible gracias a la gran actuación de Osvaldo Laport -que se debía en cine-, ya que en su mirada melancólica está la premisa de la película: la postura del hombre frente al devenir.

8.0
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