MUBI - 8 Puntos

Crítica de "Todos os mortos", de Marco Dutra y Caetano Gotardo

Los brasileños Marco Dutra y Caetano Gotardo dirigen a cuatro manos "Todos os mortos" (2020), compleja película épica presentada en la 70 Berlinale, que se estrena en MUBI, donde lo social, la historia y la religión sen entrecruzan con dos grupos de mujeres en la cosmopolita y esplenderosa ciudad de San Pablo del siglo XIX.

Crítica de "Todos os mortos", de Marco Dutra y Caetano Gotardo
jueves 18 de febrero de 2021

Una década después de la abolición de la esclavitud, San Pablo vive un periodo de bonanza económica, convertida en la ciudad más grande y moderna de Brasil. Un trío de mujeres compuesto por Ana (Carolina Bianchi), hija de Isabel (Thaia Perez) y hermana de la religiosa María (Clarissa Kiste) es todo lo que queda de la próspera plantación de café Soares, que ahora pertenece a una corporación. Aun así, la familia todavía se aferra a su antigua gloria. Por otro lado, están los Nascimentos, antiguos criados de los Soares, donde encontramos a Iná (Mawusi Tulani), Antônio (Rogério Brito), y su hijo João (Agyei Augusto). El matrimonio ha estado separado durante meses, con el marido trabajando en San Pablo mientras que su esposa e hijo viven en una comuna rural porque Iná fue expulsada de la ciudad por practicar rituales africanos.

Todos os mortos se centra en estos dos grupos de mujeres, uno que representa una clase social alta venida a menos, y el otro compuesto por las que fueron sus sirvientas.El binomio de directores eligió articular a Todos os mortos a través de los personajes femeninos para hablar de como la abolición de la esclavitud pudo haber incidido en la oportunidad de construir una sociedad igualitaria. Y lo hace ingresando en el espacio íntimo de estas mujeres para, así, explorar sus contradicciones, sus miedos, sus fracasos y esperanzas, y de esta manera explicar la dimensión e impacto de esa época en la configuración actual del país.

Una de las elecciones estéticas más arriesgadas y rupturistas del film resulta la puesta en escena. Pasado y presente conviven de forma simultánea en el curso del relato sin que se afecte la naturaleza dramática de la narración. Los personajes, los espacios interiores, el arte, y otros tantos rubros de la realización corresponden a la época; sin embargo, ciertos espacios exteriores, el anacrónico diseño de sonido y una banda sonora dominada por la música jazz pertenecen al San Pablo contemporáneo. Ambas dimensiones temporales cohabitan a lo largo de la trama, siendo el presente una intromisión ocasional en el pasado.

Gotardo y Dutra logran un film ambicioso, por momentos incómodo, que juega con los géneros y que representa de manera sensible tanto la severidad como el erotismo de los personajes femeninos, así como el lugar que ocupan en un mundo en permanente movimiento.

8.0
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