El problema de la clase media

Malasaña 32: El diablo detrás de la puerta

Es curioso cómo una propuesta de cine de género permite analizar la representación sobre la clase media en la cinematografía mundial, universalizando características que tiene que ver, principalmente, con la explotación laboral y la falta de recursos para solucionar situaciones de salud, vivienda, cuidados de personas mayores, entre otros. 

Malasaña 32: El diablo detrás de la puerta
viernes 12 de febrero de 2021
El estreno de Malasaña 32: El diablo detrás de la puerta (Malasaña 32, 2020), del debutante Albert Pintó, invita a una tenso viaje hacia las complicaciones de una familia que adquiere un piso en el que, aparentemente, un oscuro secreto del pasado regresará para tomar parte de aquello que le pertenece.En esa premisa, además, se esconde la principal virtud de la propuesta, analizando cómo una familia agobiada por deudas, y por el qué dirán del pueblo en donde vivían, decide afrontar una nueva etapa en su vida en la gran ciudad, asumiendo una deuda hipotecaria para adquirir un piso en el edificio que da nombre al relato, un inmenso apartamento plagado de objetos de sus anteriores habitantes.La película se divide en dos partes, una primera, en donde la llegada de la familia, los conflictos por ese traslado no deseado por muchos, permiten la presentación de cada uno de los personajes, los que, en sus diferencias, no hacen otra cosa que hablar de un momento particular de la historia española, con las aspiraciones limitadas a oficios en la división por sexos del trabajo(costurera, mecánico), mandatos patriarcales y la idea de un progreso promisorio para todos. Pero claro está que ese progreso era solo para algunos, por lo que, si bien Manolo (Iván Marcos) y Candela (Bea Segura), lograron rápidamente encontrar trabajo, subordinados y sin siquiera poder manifestarse en contra de algo que le pidan, el resto del grupo familiar, deberá conformarse con seguir intentándolo o dedicarse a las tareas de cuidado doméstico y ponerse viejos vestidos guardados en los placares de anteriores habitantes como una manera de reinventar un presente que en poco tiempo se convertirá en pesadilla.Pintó reflexiona sobre un momento histórico, reposa su mirada en consumos culturales, vestimentas, profesiones, estereotipos de ciudadanos resignados a mantener la cabeza agachada ante cualquier pedido de alguien más arriba en la escala jerárquica, pero también juega con el género, potenciando desde la inmensidad del departamento, su lúgubre aspecto, sus objetos, anticipando el terror que acechará por una visita inesperada de algo o alguien que los verá como intrusos en su lugar.Hacia el segundo tramo, todo comienza a teñirse de horror, y ante la inexplicable desaparición del más pequeño de la familia, Malasaña 32: El diablo detrás de la puerta, comienza a reescribir clásicos del género, animándose a aggiornarlos y ponerlos al día, cumpliendo con aquello que prometía desde su tráiler y sumando perlitas como la participación especial de Concha Velasco, un referente del cine ibérico que aquí saca lustre a su pequeño rol.Malasaña 32: El diablo detrás de la puerta cumple con creces su propuesta, invita a reflexionar sobre un momento y una clase particular de la sociedad, y además brinda momentos del más puro terror, con el clásico fuera de campo como invitado, el sonido ensordecedor como compañero, animándose a obviar el slasher y la sangre como vector narrativo.
8.0
Te puede interesar
Últimas noticias
MÁS VISTAS