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Crítica de "Mujer maravilla 1984", una película hipócrita con Gal Gadot

Nueva entrega de DC Comics con la dupla Patty Jenkins en la dirección y Gal Gadot como Diana, la princesa amazonia devenida en Mujer Maravilla.

domingo 01 de enero de 2023

Si Mujer maravilla (Wonder Woman, 2017) se “vendió” como un alegato feminista aunque en el fondo apelaba a la misma fórmula que el resto de las películas de superhéroes producidas en cadena, su secuela cae en más lugares comunes, momentos prefabricados y predecibles. Un terrible fiasco al que ni el empoderamiento femenino que busca reflejar logran salvarla de su bajada de línea berreta. 

Los primeros minutos de Mujer maravilla 1984 (Wonder Woman 1984, 2020) se sitúan miles de años atrás cuando Diana era una niña que se entrenaba para ser “la mejor”. Tras una serie de destrezas físicas coreografiadas hasta el más mínimo detalle y un subrayado mensaje final (por si no se entendió o quedaban dudas) la acción se traslada a 1984, en medio de la llamada "Guerra fría" y la presidencia de Ronald Reagan, cuando luego de un robo frustrado a una casa de antigüedades las piezas son llevadas al Museo Smithsonian donde trabaja Diana. Una de las obras recuperadas tiene el poder de cumplir el deseo más poderoso de cada uno. Y Diana pide que vuelva Steve (su novio piloto muerto en la película anterior), y así Chris Pine regresa al mundo de los vivos, pero también está Bárbara, su compañera, que quiere ser como Diana, y Max Lord, un inescrupuloso empresario, que desea dominar el mundo. Los deseos serán concedidos y no es muy difícil imaginarse lo que vendrá.

Mujer maravilla 1984 apela a un cruce fallido entre el melodrama y la comedia con una historia de aventuras que incluye un elemento arquelógico a lo Indiana Jones. El guion está desequilibrado. Le cuesta arrancar y cuando por fin lo logra todo se vuelve demasiado forzado y previsible. Pedro Pascal como Max Lord no solo recurre a la exageración sino que sobrexagera lo exagerado. Kristen Wiig como Barbara Ann Minerva/Cheetah es el mayor acierto de la película. Recuerda un poco al personaje de Michelle Pfeiffer como Selina Kyle/Gatúbela en Batman vuelve (Batman Returns, 1992), aunque el maniqueísmo al que se enfrentan los personajes y sus fórmulas redentorias resultan tan inverosímiles que subestiman la capacidad intelectual de cualquier espectador.

Más allá de sus coreografías persecutorias en las que se hace uso y abuso de los efectos especiales, los enfrentamientos corporales copiados de El Tigre y el dragón (Wo hu cang long, 2000), la parodia más que obvia y elemental a Donald Trump, el lirismo poético (y patético) con el que retrata el 4 de julio, la utilización forzada de elementos de la cultura pop o la marcada línea ideológica que baja a través del conflicto moral al que se enfrentan todos los personajes, el mensaje político explícito es tan elemental, hipócrita y trivial que resulta bastante difícil tomárselo en serio.

En los minutos finales, Gal Gadot rompe la cuarta pared y se dirige a los espectadores. Con voz sobreactuada, lanza una proclama anticapitalista reflexionando sobre el mundo actual, claro, que lo hace desde una mega producción millonaria que representa ese capitalismo que dice críticar, en una búsqueda por justificarse a sí misma. Sin palabras.

4.0
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