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Crítica de "Vicenta", de Darío Doria

Darío Doria se pone en evidencia el decadente y anacrónico sistema burocrático estatal a partir de la búsqueda de justicia de una madre que necesita que se le practique un aborto a una de sus hijas, abusada en su domicilio por su tío.

Crítica de "Vicenta", de Darío Doria
miércoles 15 de noviembre de 2023

Con escasos recursos, pero con la férrea convicción de lograr que esa interrupción del embarazo pueda, de alguna manera, aquietar el dolor que la joven, una mujer discapacitada y vulnerable, experimenta una vez más, ante la ineficiencia y dejadez de un aparato que no evoluciona, Vicenta hizo lo imposible.

Darío Doria se hizo eco del caso en 2006, cuando ocupaba horas y horas en el prime time televisivo y también recibía una prolífica cobertura en los medios gráficos. En algunos casos, dada la coyuntura histórica, esta cobertura no ponía el énfasis necesario. Este es uno de los grandes problemas: cuando los medios de comunicación prefieren subrayar con sensacionalismo en lugar de acompañar con inteligencia y verdad para lograr cambios necesarios en la sociedad.

Con la idea de abordar el tema de diversas formas y en distintos medios, finalmente se eligió utilizar personajes de plastilina para representar las acciones. Esto otorga una magia especial que potencia las ideas contenidas en la película, gracias a un notable, exhaustivo, preciso y bello trabajo de la ilustradora Mariana Ardanaz. Además, se destaca el cuidado y el obsesivo detalle de las escenografías y espacios, que refuerzan, a través de una narración en off sublime con la voz de Liliana Herrero, el derrotero de una mujer que lo dejó todo para lograr liberar a su hija de una posible condena física y social desprendida de una situación de abuso dolorosa.

Mientras el relato de los acontecimientos por los cuales pasaron Vicenta, su hija Verónica y, principalmente, Laura, la joven abusada, avanza entre la combinación de personajes y voz en off, se produce el milagro para el espectador al ver cómo toda la historia se desarrolla ante sus ojos sin un solo movimiento de las figuras.

El guion de Darío Doria y Luis Camardella estructura la historia, pero la narración en off, escrita por Florencia Gattari, hace resonar como un ciclo sin fin el relato de un caso conmovedor y movilizante que supo, gracias a Vicenta, la comunidad que la acompañó, y sus hijas, lograr un final acorde, propiciado por un espíritu de lucha inagotable.

Imagen y sonido, más que nunca, se multiplican en esta película documental plagada de aciertos y buenas intenciones, poniendo una vez más en evidencia la vulnerabilidad de los más débiles frente a un aparato estatal sujetor que dictamina y determina qué se puede hacer y qué no, poniendo obstáculos y trabas en sus infinitos laberintos burocráticos.

Tal vez hoy, a la distancia, y con la multiplicación de casos lamentablemente, y con un debate que comenzó sobre la necesidad de la legalización del aborto seguro y gratuito, el relato cobre un peso mayor. Al ver en perspectiva, se comprende la necesaria implementación de ese protocolo que permitiera a Vicenta, su hija y las demás Vicentas, escapar de un futuro plagado de incertidumbre y ausencias.

9.0
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