Crítica de "En las rocas" de Sofía Coppola con un gran Bill Murray

No sabemos si Bill Murray brilla en las películas de Sofia Coppola o es la directora de Perdidos en Tokio (Lost in translation, 2003) quien sabe extraer lo mejor del protagonista de Hechizo del tiempo (Groundhog Day, 1993). Lo que sí sabemos es que el veterano actor es la clave y razón de ser de En las rocas (On the rocks, 2020).

Se trata de un relato de conflicto de identidad de Laura (Rashida Jones), quien entra en crisis con su matrimonio al creer que su esposo (Marlon Wayans) la engaña, y es su padre (Bill Murray) un coleccionista de arte mujeriego y elegante, quien en clave detectivesca la ayuda a revelar el misterio.

En primer lugar es fundamental entender que la película es una comedia dramática muy amena gracias a Bill Murray. Es evidente que la película fue escrita para su figura pero también, el tono alegre que se respira en el film es propio de su participación y no se desprende automáticamente del relato.

En segundo término es interesante apreciar cómo la historia de amor entre padre e hija (o entre la niña y la mujer) contada infinidad de veces, logra momentos sutiles y geniales en manos del actor. Por su actitud de niño adulto, sin caer en una cosa ni la otra nunca. Ese límite entre lo patético y lo divertido, tan delgado por cierto, le da el tinte indicado a la película y le evita situaciones melodramáticas innecesarias.

Los otros condimentos de En las rocas muy bien desplegados a lo largo del film son la rutina familiar, que pospone la pareja y la profesión, simbolizada con el reloj regalado. Pero, y sobre todo, hay un gran interrogante sobre la figura masculina para la mujer, no tan transitada por el cine. La pregunta femenina es sobre el comportamiento del hombre a su lado y la figura referente que imparte el modelo. Y claro, si tu padre es Bill Murray, la crisis está justificada.