Hecho en casa

Producido por los chilenos Pablo y Juan de Dios Larraín para Netflix, Hecho en casa refleja a través de la urgencia de las imágenes cinematográficas de qué manera las personas llevan adelante el estado atípico del confinamiento obligatorio (en muy pocos lugares voluntario) para evitar la propagación de un virus desconocido con consecuencias mortales, en muchos casos. De Santiago de Chile a Los Ángeles, de México a Roma o de Nueva York a Berlín, un seleccionado variopinto de realizadores filman un abanico de historias de diferentes géneros y formatos, documentales o ficcionadas, con sus cámaras o teléfonos celulares, en sus casas o inmediaciones, con sus propias familias, vecinos o actores.Cada trabajo puede ser visto aleatoriamente, sin importar el orden cronológico, y lo único que los une entre si es la situación de encierro. Bajo esta consigna (y como no podía ser de otra manera) el resultado es dispar, con obras que se destacan por encima del resto, pero que en su conjunto ofrecen un producto homogéneo. Muchos utilizan la primera persona para narrar desde su propio punto de vista como la pandemia afectó sus vidas. En esa línea se destacan el corto de Gurinder Chadha, filmado con su familia en Londres, Ana Lily Amirpour, recorriendo en bicicleta una vacía ciudad de Los Ángeles, y Rachel Morrison, que también utiliza la ciudad de Los Ángeles para escribir con imágenes una carta de amor a su hijo mezclando recuerdos en home video y nomentos de la actualidad. Por su parte Naomi Kawase recurre a un poético ensayo tan onírico como melancólico para situarse en la ciudad de Nara en Japón.La lista también incluye algunos trabajos que apuestan a la ficción para hablar de sí mismos. Ese resulta el caso del alemán Sebastian Schipper que se autofilma en una sucesión de situaciones diarias que se repiten en loop, como en Hechizo del tiempo, mientras está confinado en su departamento de Berlín. La actriz Kristen Stewart también recurre a la ficción para interpretarse a sí misma y filmarse en su casa de Los Ángeles en medio de un ataque de angustia provocado por la crisis sanitaria. Otros realizadores utilizan la ficción pura. En ese sentido Pablo Larraín apela a la historia de un viejo mujeriego confinado en un geriátrico de Santiago de Chile que intenta seducir nuevamente a las mujeres que pasaron por su vida. Entre esas mujeres se encuentra Pamela, interpretado por la argentina Mercedes Morán en un cruce virtual entre Santiago y Buenos Aires. Por su parte el también chileno Sebastián Lelio ubica su corto en Santiago y apela al género de la comedia musical para narrar la rutina casera de la actriz Amalia Kassai. Mientras Ladj Ly retoma el personaje de Buzz y su drone de Los miserables para mostrar como en Clichy Montfermeil, en los suburbios de París, la pandemia hizo estragos sobre los más vulnerables.Entre los más arriesgados se encuentra el realizador Antonio Campos que recurre al género fantástico para narrar un extraño hecho que involucra a una familia homoparental de Springs, en Nueva York, a partir de un hallazgo. Mientras que Maggie Gyllenhaal filma a su esposo, Peter Sarsgaard, en un relato que involucra un presente distópico y apocalíptico.Pero sin duda el más desopilante resulta el del italiano Paolo Sorrentino, una ficción irreverente y políticamente incorrecta, realizada con muñecos del Papa Francisco y la Reina Isabel, quienes deben atravesar juntos la cuarentena encerrados en el Vaticano mientras miran la serie The Crown y la película Los dos Papas (2019). El compendio se completa con los trabajos de Rungano Nyoni, rodado en Lisboa a través de una serie de chats, uno de los más flojos, Johnny Ma, filmado en San Sebastián del Oeste, Jalisco, un retrato personal sobre el desarraigo y la migración; David Mackenzie, rodado en Glasgow, Escocia; y Nadine Labaki y Khaled Mouzanar, filmado en la casa que el matrimonio tiene Beirut y protagonizado por la hija de ambos durante una improvización nocturna.