Los hermanos sean unidos

Alelí

La película uruguaya en coproducción con Argentina Alelí (2019), que se encuentra en Netflix, no es el clásico relato de familia disfuncional a partir del fallecimiento de un ser querido. No lo es porque elige bucear en el sentimiento inexplicable, y por momentos absurdo, que atraviesa a los hermanos. De ahí su encanto y gracia.

Alelí
viernes 24 de abril de 2020
Aleli es el nombre de la casa de campo de los Mazzotti, puesta en venta por la madre al fallecer el padre y cabeza de familia. En realidad la que orquesta la operación inmobiliaria es la hermana mayor (Cristina Moran) sin estar del todo de acuerdo el hermano varón y la hermana menor, que entran en crisis al respecto. Allí comienzan los conflictos.Alejada del costumbrismo, Alelí apela al humor absurdo y sutiles alegorías para escenificar los conflictos internos de los personajes -así como la tensión entre ellos-. La casa es el hogar, la contención, el lugar en donde Ernesto (gran trabajo de Néstor Guzzini) y Silvana (Romina Peluffo) todavía son hijos. En ella Ernesto se encuentra entre ser “el hombre heredero que se hace cargo de las mujeres” y el niño caprichoso que refunfuña por los rincones. La película de Leticia Jorge sigue la estructura de la comedia dramática familiar pero no hacia el lugar común, ya que el restablecimiento del orden familiar no escapa al caos inevitable en que se sumerge la familia. Los comportamientos erráticos están a la orden del día con accidentes y diálogos que funcionan como contrapunto. En ese no decir, no explicar las angustias internas de la situación, aparece lo mejor de la película, que pone en una olla a presión los conflictos internos de los personajes y que solo pueden emerger mediante una explosión irracional de humor incomodo y liberador.
8.0
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