Crítica de "El Aro", la mirada panicosa de Hideo Nakata

La saga del famoso fantasma de cabello largo que supo aterrorizarnos, ahora muy lejos está de hacerlo y hasta podríamos decir que ridiculiza al género. Nos aburrimos y hasta corremos el riesgo de reírnos.

Crítica de "El Aro", la mirada panicosa de Hideo Nakata
domingo 29 de diciembre de 2019

Con reminiscencias a Poltergeist: juegos diabólicos (1982), film que recordamos por su originalidad y el terror que vivimos, y también a  El manicomio (Heilstätten, 2018) y Gonjiam: Hospital maldito (2018), ambos débiles y olvidables, se presenta El Aro (Sadako, 2019). 

El japonés Hideo Nakata añade un nuevo título a la saga de La llamada (The Ring, 2002), la exitosa remake de terror psicológico estadounidense del mismo Nakata: Ringu (1998). El Aro es la parte final de esa trilogía.

Sigue a la psicóloga Mayu Akikawa (Eliza Ikeda) cuya atención se focaliza en una niña (Himeka Himejima) quién tiene custodia policial. La niña no recuerda nada, incluido su propio nombre. Los casos misteriosos comienzan a ocurrir alrededor de Mayu, mientras tanto, su hermano menor Kazuma (Hiroya Shimizu), un YouTuber que tiene como finalidad obtener más espectadores, decide colarse en un sitio incendiado donde murieron 5 personas.

El realizador nipón nos invita a descubrir lo que tiene para contarnos. Sin embargo y luego de la presentación, comienza una historia que tiene serios problemas de comunicación entre el director y su guionista. La historia se descarrila y a pesar de los intentos de salvarla, solo abundan escenas que rellenan vacíos irrecuperables. Esto conlleva a confundir al espectador y también a los actores, cuyas interpretaciones son muy malas y forzadas.

La paleta de colores es sugestiva y las escenografías sirven de contraste. No obstante, nada parece salvar esta disgregación entre la trama dramática y la dirección, dando como resultado un fatal film de terror. Lo predecible no es bien recepcionado por el espectador.

Algo positivo como reflexión personal, es la crítica a la sociedad japonesa, en especial hacia los jóvenes, cuya comunicación verbal se muestra inexistente. El director critica a través de su film a la sociedad consumista, que se vincula por medio de aparatos electrónicos, similar a la sociedad occidental.

4.0
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