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Crítica de "La Cordillera de los sueños" y la historia reciente de Chile por Patricio Guzmán

Patricio Guzmán encuentra en este trabajo documental de creación la posibilidad simbólica de salvar a su país del olvido. Una obra simbólica también del talento de uno de los mejores documentalistas del mundo.

Como lo dice Patricio Guzmán en su introducción a la película: "En mi país, la Cordillera está por todas partes pero para los chilenos se trata de una tierra desconocida. Fui al norte con Nostalgia de la luz y al sur con El botón de nácar, y luego deseé filmar de muy cerca esta inmensa espina dorsal para revelar sus misterios, misterios ligados a la historia de Chile, de ayer y hoy".

La tercera parte de esta búsqueda de Patricio Guzmán se apoya en la columna vertebral que son los Andes. Se trata casi de un estado dentro del estado pues el 80% de la superficie del país son montes y sierra, de nieve y de hierbas salvajes, del extremo sur al norte. La cordillera es fuerza y energía, soledad y locura, vida y muerte a la vez. Es en sí la metáfora de esta tierra y el testigo callado de su historia.

Empieza la película con una imágen sorprendente de una pintura en el metro de Santiago, un mural de la cordillera delante del cual pasan y pasan miles de personas cada día. Los chilenos ya no ven la pintura como ya no ven a los montes que rodean a la ciudad. Empieza el trabajo sobre la memoria del país. No ven los chilenos sus montes como ya no ven las milicias en las calles y se olvidaron de Pinochet y su golpe de Estado.Pasaron los años pero la "herencia" de Pinochet sigue ahorcando a todo un pueblo. Lo vamos a entender gracias a una serie de testimonios desarrollados en la película. Estos testimonios vinculan dos temas claves del sistema militar: el ultraliberalismo que sigue oprimiendo a Chile después de haberlo vendido a empresas extranjeras, y la constitución Pinochetista de 1980 que sigue vigente.

A la diferencia de sus dos otros documentales, Patricio Guzmán se apoya en las palabras de cuatro artistas para decir lo esencial de su relación propia a la cordillera y a la memoria. Dos escultores, Francisco Gazitua y Vicente Gallardo, un director -Pablo Salas- que filma, desde hace treinta años, las violencias cometidas contra la gente, y un escritor -Jorge Baradit- que va tejiendo análisis y obras desde años para ayudar a entender lo que Chile es hoy.

Vemos así que los lagos y los más lindos paisajes de Chile ya fueron vendidos a los extranjeros o a los nuevos ricos chilenos. Se construyeron casas y privatizaron tierras inmensas, casas de campo para sus gozos personales, con carreteras que evitan a la capital para ir directamente a los aeropuertos y viajar. Lo bueno es que Patricio Guzmán  muestra de forma paralela tanto imágenes magnificas de las sierras nevadas como aspectos de lo que ocurre en Santiago, en cuyas calles, como en otras poblaciones, cuando los militares y sus tanques reprimen con chorros de agua y gas a grupos de civiles indefensos; dan golpes y golpes; arrastran por los cabellos a mujeres y hombres antes de enviarlos como paquetes de ropa sucia en sus camiones.

Estas imágenes constituyen el día a día de Pablo Salas, cine-fotógrafo y director cuya memoria nos parece una herida jamás cerrada.De cierta manera la parte tres de este proyecto desarrollado por Patricio Guzmán deja la impresión de no constituir un tríptico. Es probable que el autor chileno siga explorando la historia chilena pues su exilio, quizás, no acabe nunca.

10.0
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