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Crítica de "La experiencia judía, de Basavilbaso a Nueva Amsterdam", la pampa y la estrella

Miguel Kohan invoca la travesía de los judíos que llegaron a América del sur, en especial a una región de Argentina, una provincia donde se respira aire gauchesco.

Crítica de "La experiencia judía, de Basavilbaso a Nueva Amsterdam", la pampa y la estrella

La experiencia judía, de Basavilbaso a Nueva Amsterdam (2019) cuenta un apartado de la historia que parece haber recaído en ese lugar y desde donde el relato va redescubriendo una historia que viene a contarle a los pobladores su pasado.

Todo empieza con la búsqueda personal de Miguel Kohan quien tiene una herencia de gauchos judíos. Para comenzar su viaje llega hasta Jersusalén para que la historia de la diáspora sefardi sea contada por Mordechai Arbell, quien vive allá. A través de una entrevista comenzará a narrar sobre los judíos que llegaron a América del Sur, particularmente de la sabana en Surinam y lo que sucedió con muchos de ellos en España, que ante la presión religiosa los obligaron a convertirse al catolicismo. Algo que también sucedió en América del Sur. Entonces la mayoría de los habitantes de muchos lugares tienen pasado judío y así lo fueron dejando atrás y expandiéndose.

Kohan hará el recorrido para mostrar a los judíos históricos, llegará hasta Brasil pasando por Paramaribo y la isla de Eustaquio, lugares de gran aglomeración judía que, con todas sus riquezas y conocimientos, comenzaron a asentarse. Es decir, que en las montañas de las Guyanas hay pasado judío. Pero todo empieza en Basavilbaso, el lugar que elige Kohan para iniciar un viaje sobre lenguas, migración e historia judía, con gauchos y niebla pampeana. Siempre escapando, siempre bajo la figura de una diáspora.

Es interesante que la película se convierta en un viaje a una zona inhóspita y poco vista como las islas Guayanas. Sobre todo, para hablar de un tema controversial como la expulsión de los judíos de Europa. Solo su mención despierta curiosidad, tantos años después de decretos y guerras, expulsados de España y Portugal llegan al Caribe. Kohan diseña este viaje como un mapa. En realidad, es un mapa literario como una cartografía que sigue el curso de las pistas que obtiene de su oráculo, el historiador Mordechai Abell quien lo va guiando para mostrar que entre cada urbanización y pueblo sudamericano hay una sinagoga perdida o pobladores que desconocen su pasado judío. Esta vez el viaje no es para sobrevivir sino para descubrir.

Resulta atractivo que el viaje esté contenido de alguna forma en una conversación u entrevista. Como si el hilo estuviera en lo que dice Abell y mientras tanto vamos siguiendo los distintos lugares que a la vez tienen nuevos guías que dan cuenta que el judaísmo está en cada uno de ellos. Así es que un viaje espacial (porque los mapas son viajes espaciales y a veces desplazamientos imaginarios) se convierte en un viaje en el tiempo, como entrar al museo y encontrar capas de pasado, muertos y fantasmas de otros lugares y otras eras. La migración pura. La clave se intenta destramar desde la posición de Kohan con su visión en primera persona, y aquí el diseño literario de un punto de vista que sirve para describir un mundo religioso que siempre estuvo presente.

6.0
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