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Crítica de "In Fabric", de Peter Strickland, la tienda del horror

Nada más terrorífico en un film que generar, automáticamente, una aversión tal por el objeto que se describe, que al salir de la sala inevitablemente, y al estar atravesado por el relato, cada vez que se ve algún elemento que se lo asocia a éste se impulsa pavor y a la vez pertenencia.

Crítica de "In Fabric", de Peter Strickland, la tienda del horror
lunes 12 de noviembre de 2018

El caso de In Fabric (2018) parte de la Competencia Internacional del 33 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, se suma a estas propuestas que generan fobias automáticas, con un manejo de climas y atmósferas únicos que lo destacan por su cuidada obsesión por los detalles, simetría y color, y su habilidad para mezclar géneros y agregar dosis de humor a la mezcla.

En la película, una vez más, el realizador narra de una manera única, con estilismo, visión clara sobre los personajes, y un homenaje a la historia del cine, la atrapante historia de dos personas amenazadas por un objeto que -sin revelarlo-, toma vida propia en el momento menos pensado, apoderándose de decisiones o, simplemente, obstaculizando el desarrollo natural de sus vidas.

Al igual que en Berberian Sound Studio el giallo y el cine de los años setenta dice presente en un film opresivo, que desanda las desdichadas aventuras de aquellos que se topan con una tienda de modas que realiza descuentos por final de temporada, y que, sin saberlo, al conseguirlas, algo vívido se despierta en los productos y en ellos mismos.

Peter Strickland (Berberian Sound Studio) ama el cine, se nota en cada uno de los planos con los que configura el relato, y ya desde sus títulos iniciales enuncia la delicada construcción que a partir de íconos comenzará a desarrollar, con una furibunda crítica a la sociedad de consumo y sus liquidaciones, a la incomodidad del trabajo en oficinas y a, en un segundo plano, las decisiones personales como motor de giros desafortunados en la vida, configurando un film que escapa de convenciones para transformarse en una experiencia única.

Así, la anécdota que en una tienda departamental, comandada por un extraño ser, que tiene más de vampiro que de persona, un grupo de mujeres lideradas por aquella empleada que declama en forma de sonetos shakespereanos la importancia de decidir adecuadamente las prendas que luego formarán parte de la personalidad, y un aviso publicitario que en loop incita al consumo, se va armando un universo especial y distinto.

A las imágenes, de una precisión y simetría sorprendente, se le adiciona una banda sonora potente, experimental, de Cavern of Anti-Matter, que juega y a la vez tensiona al espectador para que siga en sintonía con cada plano posterior.Arriesgándose en todo, no sólo no le basta con fusionar géneros, sino que en la combinatoria termina por configurar un neo giallo radical, hipnótico, en donde el sexo, las pulsiones, y el erotismo impulsan y dinamizan una historia simple y que en manos de otro realizador podría haber terminado en ridículo o en un gore clase B.

Un viaje a miedos y recurrencias cinematográficas que invitan al disfrute y al dejarse llevar por las imágenes, algo que en la actualidad no es frecuente, y que nos termina por interpelar desde la esencia del cine para hablar de deseos originales del ser humano, como amar y ser tenidos en cuenta, e intentar, de alguna manera, destacarse con una bella vestimenta, aún, a expensas de perderlo todo.

9.0
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