Crítica de "Román", de Majo Staffolani, luminosidad

En su segunda película Majo Staffolani vuelve a trabajar sobre la temática LGBTI pero con muchas diferencias a "Colmena" (2017), su ópera prima, no solo en cuanto a que ahora el retrato es sobre una historia de “chicos”, sino también en lo formal, con una narrativa y estética, mucho más sólida.

Crítica de "Román", de Majo Staffolani, luminosidad
domingo 22 de abril de 2018

Román (Carlo Argento), tiene 50 años, está casado, tiene una hija y trabaja en una inmobiliaria. Ya desde su presentación uno puede notar que Román no es feliz pero está cómodo en su situación. Con su mujer mucho no habla y en su trabajo lo usan. Un día cae en su casa un compañero de teatro de su hija -impecable Gastón Cocchiarale- con el que inmediatamente pega buena onda y, como en un laberinto del que no se puede salir, una situación llevará a otra convirtiendo el deseo en realidad.

Staffolani hace posible lo imposible y filma una película en tiempo record. Ahora lo hace en cinco días y en veinte locaciones, pero eso termina siendo un dato de color cuando uno se enfrenta a cada una de las imágenes de Román (2018), cuidadas al extremo, construidas con una plasticidad realista gracias al trabajo de la DF Mariana Bomba, que apuesta a un naturalismo visual, despojado de luz artificial y que se tiñe de luminosidad a medida que Román rompe con sus propios prejuicios y se deja llevar por el deseo.

En Román no hay cuerpos esbeltos de gimnasio ni metrosexuales, sus protagonistas son seres comunes como cualquier mortal que evitan la pose y el histerismo. No piensan mucho en lo que hacen y se dejan llevar por lo que sienten, tampoco hay promiscuidad. Simplemente formas de amar y amarse. No importa mucho el que dirán.

La película es una oda a la libertad del deseo, sin cuestionamientos ni moralinas baratas. Tampoco lo hacen los personajes que no se juzgan ni a ellos ni a los otros. El crecimiento de Majo Staffolani entre Colmena y Román es abismal, no solo por la consistencia narrativa, con historias que cierran y evitando abrir la trama innecesariamente a historias secundarias, sino también en cuanto a una estética mucho más cuidada y prolija, más allá de cierta suciedad visual adrede con planos cerrados y cámara en movimiento que ya es parte de un estilo.

La pregunta que uno se hace es que si en cinco días y con mínimos recursos filma una película tan potente, ¿qué es capaz de hacer si cuenta con un poco más que lo básico? Habrá que esperar.

8.0
Temas de esta nota
Te puede interesar
Últimas noticias
MÁS VISTAS