Córdoba sinfonía urbana

Quien haya visitado la Ciudad de Córdoba (por su cantidad de población, arquitectura, economía y cultura, una de las más importantes del país) no pudo no haber atravesado el Suquía, río de caudal débil que atraviesa toda la urbe y le da un color singular. Córdoba sinfonía urbana (con dirección de Polo Obligado, Daniela Goldes, Antonio Moro, Natalia Comello, Manuel Torrado, Martín Álvarez, Micaela Conti y Germán Scelso) vuelve una y otra vez a su imagen, testigo de una marea de gente que, simplemente, vive. La película recopila ese tránsito diario y hace foco en las dualidades y contradicciones propias de todo espacio urbano. En pocas secuencias se escuchan voces, y cuando aparecen remiten a la esfera política y/o pública (habrá, en algún momento, una protesta vinculada a los derechos de las diversidades sexuales; en otro, un prototípico humorista cordobés contando un chiste). Casi toda la película se construye con la sonoridad específica de cada espacio, y de este modo se termina configurando un mapa de sensaciones, en donde no está exento el apunte social, por lo general esbozado a partir de la contraposición; cómo se divierten unos, cómo se divierten otros; quiénes trabajan por la noche, quiénes se ejercitan o divierten, etc.Todas las esferas aparecen retratadas, con un arco que va desde las clases marginales hasta las clases medias. Habría que preguntarse, entonces, si las clases altas se han corrido del centro urbano (¿dónde habitan actualmente?). Fuera de esa salvedad, la película registra aspectos vinculados a la higiene urbana, el esparcimiento, la forma de transitar, los rituales urbanos (desde los discursos hasta la asistencia a un concierto de música culta), el turismo, el trabajo, etc. Por su propio carácter expositivo, cada espectador sabrá orientar o reorganizar los fragmentos para dotarlos de una carga semántica en particular. Una forma de pensar la totalidad, en esta película que resulta una verdadera radiografía de una ciudad, alejada de la postal.