Reportero de la vida

Bumpa, el hombre detrás de la cámara

Bumpa, el hombre detrás de la cámara (2017) explora la anatomía del género documental desde la vida de un hombre que lucha contra el olvido y la muerte, con la posibilidad infinita de grabarlo todo. Un retrato potente y entrañable sobre el arte y el oficio de crear imágenes desde lo amateur y lo cotidiano y así mismo, un mensaje para retener lo efímero y ver a las imágenes como un legado de transcendencia.

Bumpa, el hombre detrás de la cámara
miércoles 26 de abril de 2017
Bumpa (Ken Mills) celebra sus 60 años de matrimonio, y entonces su nieto Nicholas (uno de los directores de este documental) empujado por el interés de su esposa cineasta, viaja desde Argentina hasta Londres para filmar el retrato de su abuelo en aquellos días previos a la celebración. Y Bumpa tiene la particularidad de haber grabado desde que se casó, en 8 mm, luego VHS y después en mini DV toda su vida familiar y personal. Desde que nacieran sus primeros hijos siempre tuvo la cámara como su aliada, y con todo ese material que resulta infinito y que parece duplicarse en cajas de cassettes y cintas, ha hecho documentales cual aficionado al cine, desde actividades rutinarias como arreglos en el jardín, actividades vinícolas, hasta sus hijos y sus nietos jugando sus amigos, fiestas y reuniones junto a su esposa, y más adelante sus viajes. Es interesante como la propia película dirigida por Natalia Bianchi y Nicholas Mills asume esa postura de ser un producto que se va construyendo en el camino, emulando los mismos documentales que con tanto cariño ha hecho Bumpa. Como si este fuera uno más, bajo una estructura de tratado sobre la imposibilidad -no se puede cubrir todo, situación en la que también ha estado Bumpa en su afán de haber pasado casi 60 años filmando todo. Y en ese camino, así como existen “los enfermos de literatura” y que poseen bibliotecas infinitas que con el tiempo siguen creciendo, Bumpa es un “enfermo de documentales”, ha filmado todo lo supuestamente anodino y rutinario, y además se asume el eterno presentador de sus pequeñas películas. Es como un escritor que solo escribe su diario o cuenta anécdotas autobiográficas. Y lo mejor es que es un personaje cálido, al igual que su esposa. Son seres con una calidez que traspasa la cámara y contagian todo de un clima agradable.Después, todo trata sobre el oficio de filmar. Siempre visto desde la vejez, trayendo consigo la figura de la memoria y de la muerte. Desde ese punto las imágenes tienen otra connotación y cada extracto lleva a una constante reflexión. Por ejemplo el cineclub al cual asiste Bumpa, donde los espectadores promueven filmar y presentar al resto de sus los espectadores sus pequeños documentales, representa el cierre de una vida dedicada a recopilar imágenes de una manera diferente a cómo se hace hoy en día. Es como el fin de una generación, con mucho mayor romanticismo, esfuerzo y sobre todo entusiasmo, sin pensar demasiado en el futuro sino en el pasado concreto como si se tratara de un juego de la memoria. Así, este documental de final emotivo, nos muestra lo posible que es llegar a distintos niveles, incluido el de la trascendencia, desde un hobbie sincero y apasionado.
7.0
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