Crítica de "Tabula Rasa", demolicion y cuenta nueva

En los primeros minutos de la película Perel presenta imágenes de la Ex Esma años atrás y de las zonas aledañas, luego estas son apoyadas por un extracto del libro Esma, Fenomenología de la desaparición. En un breve texto el director parece resumir su mirada sobre lo que ese “monstruo” de construcción significó y significa. El documento de una licitación para demoler las construcciones es lo que se presenta a continuación. Y, literalmente, los casi treinta minutos restantes presenciamos imágenes de grúas demoliendo y sacando escombros, hasta que finalmente no queda nada por destruir. La redundancia de lo que muestra el realizador contrastado con el título del film son los elementos que ayudan a construir el sentido de Tabula Rasa (2013).

Es claro que aquí la memoria y el pasado son referentes obligados para abordar el film y lo que significa para nosotros, ciudadanos, un lugar que por mucho que se pueda disfrazar seguirá siendo el recuerdo de una época dolorosa y traumática para el País. Ese espacio condensa mucho pasado a pesar de su destrucción.

Aunque 42 minutos de película no se puede considerar mucho tiempo, lo cierto es que las imágenes de la demolición se vuelven excesivas y hasta chatas al no ser confrontadas más que con ellas mismas. Se puede entender más allá de esto, que la idea es un tanto experimental y radical: se espera que el espectador contemple un proceso que luego de un tiempo ya pierde sentido, por lo cual seguramente se pretende una reacción diferente. Tal vez no algo inmediato, tal vez sólo generar pensamientos sobre un espacio, un lugar que pocos conocemos a pesar de ser parte de nuestra cotidianeidad y de nuestra Historia.

La intención es concreta y directa pero la escasa vinculación con otros textos o imágenes empobrece una película que quizás necesite algún apoyo semántico más o tal vez menos tiempo de duración.