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Crítica de "Infancia Clandestina": La (otra) historia oficial

La ópera prima de ficción de Benjamín Ávila (Nietos (Identidad y memoria), 2004) "Infancia Clandestina" (2012) es una de esas películas que puede gustar más o menos (y eso va a depender únicamente de la subjetividad del espectador) pero que resulta incuestionable desde todos los sentidos.

Crítica de "Infancia Clandestina": La (otra) historia oficial
lunes 17 de septiembre de 2012

La historia se sitúa en Argentina, año 1979, durante la dictadura militar, cuando una familia de revolucionarios decide regresar al país tras el exilio, para continuar con la lucha armada. La trama adopta el punto de vista de Juan, un preadolescente que vive entre la vida anormal/normal que sus padres han elegido y los cambios internos/externos que su crecimiento provoca.

Que Infancia Clandestina esté producida por Luis Puenzo, ganador del Oscar por La historia oficial (1985), no es un hecho casual, ya que, en cierto modo (sin revelar demasiados detalles), la película de Ávila podría funcionar como una precuela de su predecesora. El desenlace de una bien podría haber sido el comienzo de la otra, aunque solo sea producto de una casualidad, dado que Infancia Clandestina está basada en la propia realidad del hijo del realizador, cuya madre fue desaparecida.

Uno de los grandes logros del film, poco común en la ficción, es mantener siempre el punto de vista de Juan sobre los hechos y cómo los vive. Por eso, resulta más que adecuado utilizar la técnica de animación para representar los enfrentamientos armados entre la guerrilla y las fuerzas paramilitares, mostrando cómo un niño de su edad puede vivir algo tan terrible, aunque en su mente lo asimile casi como un juego.

Infancia Clandestina muestra otro lado de la guerrilla, no el estereotipo ni el cliché, sino el lado más humano y familiar, mostrando a personas comunes que luchaban por un ideal, seres humanos que tenían familia, celebraban cumpleaños y enviaban a sus hijos de campamento, aunque vivieran bajo nombres falsos y, en lugar de maní con chocolate, fabricaran granadas.

El gran acierto de Benjamín Ávila es evitar recurrir al golpe bajo, lo cual está relacionado en cierta forma con el punto de vista elegido para llevar adelante el relato. La infancia cambia la percepción de la vida aunque todo lo que te rodea sea terriblemente trágico, y eso es lo que la película quiere transmitir.

Ávila no solo se rodeó de un gran equipo técnico, sino también de grandes actores, incluidos algunos muy jóvenes como el extraordinario Teo Gutiérrez Moreno. Ernesto Alterio, el uruguayo César Troncoso, ya destacado en El baño del Papa (2007), y la siempre notable Cristina Banegas están todos perfectos. Pero quien recibe los mayores elogios es Natalia Oreiro, una gran actriz que se supera día a día, película tras película, momento a momento. Su personaje es el más poderoso de una carrera cinematográfica destinada a ser cada vez más brillante.

Si La historia oficial fue el primer Oscar para el cine argentino, Infancia Clandestina tiene todos los elementos para aspirar al tercero. Puede gustar o no, pero nadie puede negar que es una gran película, con una gran historia de amor, un buen director, actores capaces de construir personajes creíbles y una narrativa impecable. Sin duda, es la película que nos brinda la historia que nunca nos contaron y se adentra de lleno en la historia del mejor cine argentino.

10.0
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