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Crítica de “Ghost Rider: Espíritu de Venganza”, Nicolas Cage otra vez en llamas

Vuelve Nicolas Cage a la carretera con sus cadenas y su chaqueta de cuero.

Crítica de “Ghost Rider: Espíritu de Venganza”, Nicolas Cage otra vez en llamas
martes 13 de marzo de 2012

Después de los eventos sucedidos en Ghost Rider: El Vengador Fantasma (Ghost Rider, 2007), Johnny Blaze (Nicolas Cage) busca ahogar sus penas en el alcohol y en el confinamiento. Escapando vanamente a su condena eterna y suprimiendo todos los impulsos del vengador, Blaze es contactado por Moreau (Idris Elba), un joven religioso que le ofrece liberarlo de su demonio a cambio de un favor; rescatar al hijo del diablo de las manos del mismo, su verdugo, Roarke (Ciarán Hinds).

Existen dos maneras escenciales de adaptar un cómic en la pantalla grande. Detrás dejaremos a los superhéroes ancestrales cuyos espíritus deambularon a través de las décadas por numerosas manos, estilos y formatos. En la actualidad se distinguen dos ramas conspicuas. Una es la encabezada por Frank Miller y los de su escuela (Robert Rodríguez, Zack Snyder) quienes consideran efectivo rodar con un panorama estético lo más aproximado posible a la obra original. La materialización de esta premisa ha otorgado resultados excelsos y extraordinarios como la obra maestra La ciudad del pecado (Sin City, 2005), la dirigida por el mismo Miller El Espíritu (The Spirit, 2008) o Batman: el caballero de la noche (The Dark Night, 2008).

Por otra parte, otros optan por separarse, con mucha prudencia, de la obra original para agregarle a la película un poco más de empuje y arribar así a un público más masivo. De esta manera se convoca tanto a los seguidores de la historieta como a quienes disfrutan de una buena película de acción. Películas como Linterna Verde (Green Lantern, 2011) o Capitán América: El primer vengador (Capitan America: The First Avenger, 2011) son prueba de ello. Ghost Rider: Espíritu de Venganza se encolumna detrás de las últimas.

Si bien los elementos básicos están presentes (Ghost Rider y Roarke) se hace más hincapié en las secuencias de acción y en los efectos visuales. Esta vez, al contrario de la primera entrega, la película entretiene más por sus enfrentamientos que por tratarse de un relato sobre el vengador en llamas.

Nicolas Cage deja entrever sólo atisbos de su agudeza interpretativa. Alguna carcajada a lo Castor Troy y alguna mirada melancólica a lo Ben Sanderson. Si bien esas pequeñas irrupciones de talento son valoradas, una pregunta emerge; ¿Cúando volverá a todo su esplendor? La nueva producción de Charlie Kaufman, acaso uno de los mejores guionistas de los últimos quince años, lo contará a Cage entre sus filas. ¿Será ese su aclamado regreso? Públicamente se declaró en bancarrota. Últimamente, sus películas están condenadas al fracaso de taquilla. Nicolas Cage desea volver al éxito en recaudación y al aclamo popular. Esta no será su oportunidad, pero bien podría ser un primer paso.

6.0
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