Like a virgin

Yes, God, Yes

Atravesada por un espíritu nostálgico, en donde se recupera una postal de los Estados Unidos a principios de siglo. Yes, God, Yes (2019) de Karen Maine (Obvious Child), se despega de la clásica coming of age tradicional, al profundizar, con acidez e ironía, sobre la doble moral de una sociedad que en la religión pretende expiar culpas sobre aquellos secretos más ocultos que posee.

Yes, God, Yes
jueves 03 de diciembre de 2020
Alice (Natalia Dyer) es lo que podríamos describir como la hija perfecta, una joven que reparte sus días entre la escuela, la Iglesia, y los deberes que cumple dentro y fuera de la casa por un mandato patriarcal especial.Pero cuando un día, por casualidad, en una clase de moral de la escuela a la que acude, escucha por primera vez la posibilidad de “autosatisfacerse”, comenzará a explorar su sexualidad, en todo sentido, revocando aquellos principios y dogmas que en la fe le habían propagado.El hábil guion de la propia Maine, basado en un corto previo, también protagonizado por Dyer, descubre la verdadera cara de una sociedad hipócrita que hacia afuera apunta con el dedo marcando errores y conductas inapropiadas, pero que en realidad no hace otra cosa que esconder sus verdaderas intenciones y realidades.Hermana de Lady Bird (2017), de Greta Gerwig, lo interesante de esta propuesta, en donde se refleja el universo de adolescentes que comienzan a salir al mundo, se desean, construyen rumores, se configuran como como objetos de deseo, y tratan, como sea, de satisfacer, sus pulsiones sexuales, se habla de un estado de las cosas que puede seguir persistiendo en la sociedad. Repitiendo hasta el hartazgo la escena de sexo de Titanic (1997), de James Cameron, chateando en AOL con extraños que acercan imágenes, ó, descubriendo en la vibración del teléfono móvil un nuevo y extraño placer, Alice se descubre, y Yes, God, Yes, celebra y explora esa afirmación.Karen Maine construye, hábil e inteligentemente, un relato con lugares comunes, para luego reforzar ideas con su conocimiento sobe la cultura pop, el año 2000 y sus referentes y, principalmente, su capacidad para reflejar la salida al mundo de una joven que, entre algodones, fue criada para complacer a hombres sin pensar en sí misma, jamás.La mirada de género, potente, en este guion y puesta, se refuerza por la lograda interpretación de Natalia Dyer, recordada por su participación en la serie juvenil Stranger Things, asumiendo el riesgo de componer un personaje completamente alejado al de ese universo fantástico, encarnando a una adolescente en búsqueda y en tránsito, capaz de abrumar a un joven tutor de un campamento, o a un cura párroco con sus insinuaciones y verdades.Acompañada por una banda sonora que alude al período que de alguna manera se homenajea en el film, la contundencia del guion, que devela hipocresías, dobles morales, y que en escenas emblemáticas, como ese encuentro en un bar con una mujer que le recuerda que no hay que tener miedo a nada, Maine explora el universo femenino, iniciático, con paso firme, desopilante, y seguro.
7.0
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