Crítica de "Che, memorias de una año secreto", de Margarita Hernández

Tras retirarse del gobierno de Cuba, Ernesto Guevara parte al Congo con la misión de generar una guerra de guerrillas. La operación es un rotundo fracaso y con un nuevo pasaporte, la dentadura modificada, cambios en la cabellera y una prótesis en la espalda que lo encorva logra engañar a la CIA, evitar a la KGB y refugiarse en la embajada cubana de Tanzania, para luego dirigirse a Praga, en la antigua Checoslovaquia, a la espera de que el servicio de inteligencia cubano le indique su próximo destino.

Hernández realiza un exhaustivo trabajo de investigación periodístico para desentrañar una historia de la que poco se conoce. Entrevistas con ex miembros de la inteligencia cubana, escritores y periodistas se combinan con imágenes de archivo tanto gráfico como audiovisual, escenas del díptico biográfico que dirigió Steven Soderbergh y otras como parte de una puesta en escena ficcional que dan forma a un collage cinematográfico que cuenta con una variedad de testimonios que incluyen al periodista norteamericano Jon Lee Anderson, Oscar Fernández Mel, Ulises Estrada, Víctor Dreke, Juan Carretero Ibáñez, Harry Villegas, Abel Posse, Jitka Bílková, Juan Braun y Leonardo Tamayo Núñez, entre otros.

Che, memorias de una año secreto, que está narrado como un thriller político, cuenta con solvencia, objetividad y evitando la bajada de línea, más allá de las contradicciones y agujeros de toda historia real, lo que aconteció durante un año, del que poco y nada se sabe, en la vida de Ernesto Guevara, y lo hace bastante lejos del heroísmo de sus conquistas para así acercarse a sus derrotas humanas.