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Crítica de "El Maestro", de Julián Dabien y Cristina Tamagnini

La historia de "El Maestro" (2020), dirigida a cuatro manos por Julián Dabien y Cristina Tamagnini, también autora del guion, es tan simple como compleja, simple por cómo se cuenta y compleja por lo que cuenta.

martes 12 de mayo de 2020

Natalio (otro gran trabajo de Diego Velázquez) es un maestro de escuela en un pueblo cualquiera del noroeste argentino. Vive con su madre enferma y posesiva mientras su rutinaria vida transcurre entre el dictado de clases en una escuela primaria, la preparación de una obra de teatro para una velada escolar y la ayuda particular que le brinda a Miguel (Valentín Mayor Borzone), un chico conflictuado, hijo de la mujer que colabora con las tareas de su casa. Sus días transitan inexorablemente sin ninguna alteración hasta que una noche llega Juani (Ezequiel Tronconi), un amigo que necesita ayuda y que se instala primero en su casa y luego en una vivienda que Natalio le alquila. A medida que los días avanzan los rumores sobre la sexualidad de Natalio comienzan a tomar más fuerza y la tranquila vida de del maestro se convierte en un calvario.

Ambientada durante la década del 90 cuando la Ley de Matrimonio Igualitario ni siquiera era un sueño y en una región del país donde el poder eclesiástico es más influyente que cualquier otro, que aunque de manera directa nunca aparece en la película pero si están implícito en algunos detalles que hacen al accionar de los personajes, la historia sobre la que se basa El Maestro está inspirada en Eric Sattler, docente de la guionista y gran impulsor del arte en Ucacha, un pueblo situado en el centro sur de la provincia de Córdoba, en el departamento Juárez Celman, donde ella creció, quien terminó siendo víctima de los prejuicios sociales.

El binomio de directores aborda la historia desde la simpleza, sin grandes pretensiones, sino más bien focalizando sobre los comportamientos de las personas y la doble moral. La sospecha de que Natalio es gay existe pero es solo eso y a nadie le molesta, el problema aparece cuando esta se convierte en una realidad, es explicita y se produce la tensión. Ser gay para ese pueblo (y muchos otros pueblos, ciudades, personajes anónimos o públicos) es sinónimo de pedofilia, aunque paradójicamente mucho de ellos ejerzan violencia, misoginia y discriminación con naturalidad y sin ningún reparo moral ni condena social.

El Maestro es una película de personajes, donde la descripción física y psicológica que se hace de cada uno de ellos evita caer en estereotipos, jugando con la ambigüedad, y apelando más de una vez al fuera de campo para que sea el espectador quien saque sus propias conclusiones.

7.0
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