Netflix - 6 Puntos

Crítica de "Legado en los huesos", los crímenes imperceptibles de Fernando González Molina

"Legado en los huesos" (2019), estrenada en Netflix, es la segunda parte de la "Trilogía del Baztán" que comenzó con "El guardián invisible "(2017), adaptación de la novela homónima de Dolores Redondo, y que también dirigió Fernando González Molina (Tengo ganas de ti, 2012). La misma se filmó junto a la tercera y última parte, "Ofrenda a la tormenta" (2020), cuyo estreno cinematográfico estaba previsto para este mes pero que debido a la pandemia fue aplazado.

Crítica de "Legado en los huesos", los crímenes imperceptibles de Fernando González Molina
domingo 19 de abril de 2020

La historia, adaptada cinematográficamente por Luiso Berdejo, se desarrolla un año desde que Amaia Salazar (Marta Etura) resolviera los crímenes que aterrorizaron al valle del Baztán. Embarazada y decidida a dejar atrás lo vivido en Elizondo, la vida de la inspectora se ve de nuevo alterada por un suceso inesperado: el suicidio de varios presos que dejan una única palabra escrita en la pared de sus celdas, Tarttalo. Los peligros que creía extinguidos regresan con más fuerza que nunca y ella deberá resolver el nuevo caso en una vertiginosa investigación, amenazada por la presencia de su propia madre.

Legado en los huesos continúa una historia que se centra en ir desvelando, a través de pequeñas dosis de información, el oscuro y misterioso universo que envuelve al personaje de la Inspectora Amaia Salazar. La película, que busca ser fiel al libro original y quiere contar demasiado en sus dos horas de metraje, introduce una serie de elementos en el juego del suspense, sin llegar a desarrollarlos, y eso le termina jugando en contra a las que podríamos denominar sus dos tramas centrales: la policial y la familiar. Paganismo, catolicismo, sacrificios humanos, leyendas, asesinatos, magia negra, esoterismo, misterios familiares, maternidad, conciliación familiar en el trabajo… todos temas que hacen que se pierda el interés (provocando confusión) ante tanto estímulo innecesario.

Con una cuidada puesta en escena visual, una atmósfera absorbente a la vez que asfixiante y un elenco en estado de gracia (Leonardo Sbaraglia, Francesc Orella, Imanol Arias, Elvira Minguez), González Molina se nutre de todos los mecanismos audiovisuales a su alcance, no así de los narrativos, para arrastrar al espectador hacia un mundo de cíclopes, de madres e hijos y, sobre todo, de mujeres sobrevivientes, acostumbradas a luchar con la esencia del mal.

6.0
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