Crítica de "Apurimac": La reconstrucción

El nuevo documental de Miguel Mato (Yo Sandro, Hambre nunca pasé) se concentra en cuatro comunidades quechuas del altiplano peruano y, específicamente, en un ritual que mantienen vivo hace cinco siglos.

Crítica de "Apurimac": La reconstrucción
martes 19 de noviembre de 2019

Qollana Quehue, Winchiri, Chaupibanda y Choccayhua son los nombres de las cuatro comunidades protagonistas de Apurimac. Año tras año renuevan un ritual que significa la unión de los pueblos que de otra manera estarían desconectados entre sí. La tradición consiste en destruir y volver a construir el puente Q`eswachaca (“puente de cuerda” en quechua).

Miguel Mato elige la observación como método exclusivo y opta por no utilizar un narrador en off o centrarse en un protagonista de alguna de las comunidades. Ese es el gran acierto de la película: la cámara queda en medio de todo el proceso. Desde las reuniones previas a la ceremonia hasta la finalización de la construcción, pasando por los trabajos realizados a mano que tienen como objetivo renovar el ritual, el realizador no se impacienta y dedica toda su atención a una tarea monumental. Esa cámara coprotagonista se inmiscuye y devuelve las imágenes de lo que hasta ahora permanecía oculto.

La revelación del rito es lo que hace de Apurimac (2019) una experiencia disfrutable, donde los sentidos se estimularán no solo a través de los hermosos paisajes sino también de una banda de sonido acorde que creará el ambiente propicio para contemplar un suceso extraordinario.

7.0
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