Crítica de "La invención de Borges", homenaje al cinéfilo de Nicolás Azalbert

Mucho se sabe de la pasión de Jorge Luis Borges, el gran escritor argentino, por el cine. Una pasión de cinéfilo empedernido que este film repasa, desde su admiración por los clásicos hasta las películas basadas en su obra literaria. Pero la película del crítico de Cahier Du Cinema Nicolás Azalbert es más que eso: es un viaje al universo borgiano pero también a la historia del cine analizada con igual de rigor que los sucesos políticos de la sociedad argentina. 

Crítica de "La invención de Borges", homenaje al cinéfilo de Nicolás Azalbert
sábado 16 de noviembre de 2019

¿Cómo articular todo ese material en 63 minutos? Esa pregunta se puede contestar fácil al ver La invención de Borges (2019): de manera caprichosa. Porque la película no pretende tener una lógica ni realista ni genérica, sino una lógica borgiana. Entiéndase, un lúdico viaje “posible” a la mente del escritor.

Francisco Acevedo (Hayrabet Alacahan) juega a ser Borges, camina ciego del brazo de una joven Emma (Camila Fabbri) por las calles de Buenos Aires y reflexiona, sobre el cine y sobre la vida política de su país. Se trata de un cineclubista creador de la Fundación Cineteca Vida “los cineclubes fueron un espacio de resistencia cultural”, asegura entre otras afirmaciones. Porque Francisco se cruza una manifestación en contra del Gobierno de Mauricio Macri y dice “no sorprende que este Gobierno haya destruido la Argentina nuevamente, sorprende que lo haya hecho en sólo 4 años”.

El recurso no es novedoso y viene de la década del sesenta cuando La nouvelle vague fomentaba los films “contados”. Mas de una vez François Truffaut usaba esta manera de enlazar el relato fragmentado con un narrador externo que por momentos se mimetizaba con la voz de su protagonista, y en otros, marcaba su rol de simple enunciador. En algunos lapsos es Borges quien narra, en otros su álter ego Francisco, en otros algún film oficia de enunciador con la descripción de los pensamientos en imágenes y sonidos, mientras que en otros, simplemente es la voz incisiva del director de la película nos guía la mirada por el film. Un ejercicio formal lleno de retazos unidos por un hilo conductor.

El protagonista de la película es sin dudas el cine. Fragmentos de películas de Fritz Lang (El tigre de Esnapur), Orson Welles (El ciudadano Kane), Hugo del Carril (Mas allá del olvido), entre otros, tienen el mismo peso dramático que el mito del eterno retorno de Borges, o incluso, que el mito de Emma Zunz, cuento del novel escritor que plantea el problema de ¿cómo se dice, cómo se lee, cómo se escribe la verdad?

Con todos estos elementos Nicolás Azalbert hace una película exquisita para cinéfilos pero también para todos los que quieran adentrarse en el universo -ficcional- del escritor de El Aleph. Una historia que reivindica el valor de la memoria, reelaborada de manera apasionada. Pasión por las palabras pero también por las imágenes y los sonidos.

8.0
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