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Crítica de "Creed 2: Defendiendo el legado", ¿el último round de Stallone?

"Creed 2: Defendiendo el legado" (Creed II, 2018) es otro digno capítulo de la saga de Rocky Balboa. Al igual que su antecesora, funciona como Reboot y Secuela (reinicio y continuación) cuyo gran plus es el regreso de varias caras conocidas a la historia y la insinuación de la despedida de Sylvester Stallone.

Crítica de "Creed 2: Defendiendo el legado", ¿el último round de Stallone?
viernes 11 de enero de 2019

Adonis Creed (Michael B. Jordan) alcanza la máxima distinción que un boxeador pueda tener: el título de campeón. Le ofrece matrimonio a su mujer (Tessa Thompson) y espera una hija de ella. Siempre acompañado de su entrenador y tutor Rocky Balboa (Sylvester Stallone). Pero aparece Viktor Drago (Florian Munteanu), el resentido hijo de Iván Drago (Dolph Lundgren), para retarlo en el cuadrilátero. Parece una pelea innecesaria pero Drago mató en el pasado al padre de Adonis, Apolo Creed (Carl Weathers), transformando a la pelea en una cuestión personal.

Sylvester Stallone participa del guion -no lo había hecho en la anterior, si en todas las demás- y también oficia de productor, sabiendo cómo contar por octava vez la historia del hombre que supera los golpes de la vida: el melodrama y el género deportivo se funden una vez más. Creed 2: Defendiendo el legado tiene el drama familiar de Rocky II (1979) y la batalla personal de Rocky IV (1985), pero es esta última de la cual toma su estructura y personajes.

Rocky IV es la película más vapuleada por la crítica de toda la saga y, paradójicamente, la de mayor éxito comercial. Es exagerada al punto del ridículo en donde los boxeadores funcionaban de metáfora burda del choque entre los Estados Unidos de Reagan (Rocky Balboa) y la Unión Soviética de Gorbachov (Iván Drago). Los pantalones de cada deportista tenían los símbolos de su patria y, mientras norteamerica tenía color y brillaba por el espectáculo, Rusia era representada gris, fría y carente de emociones.

Sin llegar de manera tan lineal a esa cruzada política, Creed 2: Defendiendo el legado marca el contraste de colores y estados de ánimo entre naciones, no escatima en golpes bajos tanto en el ring (la lesión de Adonis propiciada por Viktor es literalmente un golpe bajo) como en el drama familiar: nacimiento de hija con discapacidad, mujer y madre que abandonó su familia (reaparición de Brigitte Nielsen), diálogos con bajada de línea y la música, siempre en el momento justo para exacerbar situaciones. Pero lo explícito de estos recursos son disimulados por una gran producción que tiene la habilidad de alternar un tema con otro por montaje, evitando que el golpe bajo se sienta trágico.

En Creed 2: Defendiendo el legado se impone la familia como valor a conservar: La que Adonis está construyendo, la que Rocky debe recuperar, la que Iván Drago no debe perder. También el peso del pasado con tópicos primarios como la venganza, el respeto, el honor y la gloria, fundamentales para que Stallone elabore una vez más con el boxeo, la fábula del sueño americano en la que quizás sea, la última aventura de su memorable personaje.

7.0
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