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Crítica de "El espanto", Pablo Aparo y Martín Benchimol para curarse de espanto

En sintonía con los documentales de Néstor Frenkel, por su estilo de retrato entre la burla y el homenaje a sus entrevistados, "El espanto" (2017) de Pablo Aparo y Martín Benchimol transita en el inhóspito pueblo de El dorado, los mitos y rituales alrededor de la medicina no tradicional.

Crítica de "El espanto", Pablo Aparo y Martín Benchimol para curarse de espanto
jueves 18 de enero de 2024

Una ambulancia se adentra en los vastos campos de la provincia de Buenos Aires, y llegar a destino se presenta como una odisea debido a las dificultades del territorio y las extensas distancias. Este es el punto de partida elegido por los directores para sumergirnos en "El Dorado", un remoto pueblo ubicado en una de las localidades rurales de la provincia, donde un reducido grupo de vecinos comparte métodos no convencionales para sanarse de dolencias como el mal de ojo o el empacho.

Sin embargo, entre estas prácticas, surge una enfermedad singular y misteriosa: el espanto. Esta afección, envuelta en un halo de misterio, desafía a la medicina tradicional, y solo un enigmático personaje del pueblo parece tener la capacidad de remediarla. El film se sumerge en este enigma, planteando preguntas intrigantes sobre la naturaleza de esta enfermedad y cómo enfrentarla.

La primera mitad de la película resulta cautivadora, ya que, además de las entrevistas a los habitantes del pueblo, se desarrolla un sólido hilo narrativo en torno a la extraña enfermedad. Las incógnitas se acumulan, generando expectativas a medida que avanza la trama. Sin embargo, en la segunda parte, el documental da un giro, abandonando el misterio inicial para enfocarse en retratar a los personajes del pueblo, dejando una sensación de desilusión.

A pesar de algunas contradicciones entre la imagen y el discurso captadas por la cámara, las entrevistas permiten que los habitantes expresen sus argumentos y creencias. La película busca ese atisbo de humor presente en cada discurso, aunque mantiene una distancia respetuosa hacia los protagonistas. Aunque la película se adentra en el terreno de lo sobrenatural, respeta la solicitud de los entrevistados de no revelar más de lo que deseen ante la cámara.

La cinta utiliza los rostros y comentarios de los lugareños para cargar de misticismo las imágenes, introduciendo al espectador en un mundo improbable pero fascinante. Las incógnitas que rodean la existencia del espanto y las prácticas alternativas de curación hacen dudar al espectador, cuestionando no solo la eficacia de la medicina alternativa, sino también sus propias creencias. El espanto juega con la posibilidad de que los habitantes del pueblo se hayan confabulado para burlarse de los incrédulos hombres de ciudad, desafiando las nociones de realidad y farsa en una narrativa que crece en la incertidumbre y el desconcierto.

7.0
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