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Crítica de "Mandy" el descenso al infierno de Nicolas Cage

Es muy probable que dentro de diez años "Mandy" sea considerada una película de culto. Tiene todos los elementos para serla: una historia imposible, cruce de géneros, actuaciones desmesuradas, diálogos increíbles y una ambición épico-romántica para una película que es puro cine basura.

Crítica de "Mandy" el descenso al infierno de Nicolas Cage
lunes 14 de mayo de 2018

La primera hora de película es una historia de terror: una secta satánica secuestra y prende fuego a la amada mujer de Nicolas Cage. La segunda es una de acción: Nicolas Cage recolecta armas y sale a vengarse uno a uno de estos tipos.

Si la primera parte recuerda a la demencial familia de locos de La masacre de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, 1974), la segunda opta por las torturas físicas de Hostel (2002). Pero a esto hay que sumarle la manera de filmar de su director Panos Cosmatos: con un trabajo de postproducción la imagen adquiere un tono surreal, de fantasía, que da lugar a criaturas sobrenaturales que surgen del bosque con un rojizo cielo nocturno. El clima de pesadilla indica que estamos en el infierno, y Nicolas Cage es el ángel vengador.

Mandy (2018) es una película imposible, de esas que sólo Nicolas Cage puede protagonizar. Al actor, que ya se encuentra a la altura del Vincent Price de Roger Corman, deberían darle un reconocimiento por la tenacidad que imprime en sus últimas películas. Con una entrega notable y un guiño humorístico para salir siempre bien parado resuelve con elegancia sus participaciones.

Música de rock and roll satánico, hombres en motocicletas y trajes de cueros a tachas estilo Hellraiser (1987), un líder de secta que parece Iggy Pop, con el pelo largo y rubio, ojos delineados y el torso desnudo. Porta una cruz colgando de su pecho y grita argumentos delirantes sobre Dios y el Diablo. El cielo se tiñe de rojo, el sonido se enrarece, la sobreexposición de imágenes adquiere una puesta hiperrealista al estilo La ciudad del pecado (Sin City, 2005).

Pero nos quedamos cortos, a Mandy hay que verla y dejarse sorprender. Un delirio hermoso, violento y ampuloso digno del mejor cine de explotación de todos los tiempos. Nicolas Cage desciende al infierno y parece sentirse cómodo en él, mientras nosotros disfrutamos a su lado.

8.0
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