El padre, la hija y la amante

Amantes por un día

En su largo número 26, Amantes por un día (L’Amant d’un jour,2017), Philippe Garrel vuelve a trabajar cuestiones estéticas que lo definen como la atemporalidad, el monocronismo, la narración a través de la voz en off, abundantes close-ups y conversaciones intelectuales que poco tienen que ver con la trama, para construir una sutil y delicada aproximación a los laberintos del amor.

Amantes por un día
martes 24 de abril de 2018
Un viaje tragicómico por el amor, la fidelidad y el deseo es la propuesta de Garrel en Amantes por un día, la última entrega de una trilogía sobre desconfianzas amorosas que comenzó con Celos (La jalousie, 2013) y continuó con A la sombra de las mujeres (L'ombre des femmes, 2015), una historia que comienza con una escena de sexo en el baño de la universidad entre Gilles (Eric Caravaca), un profesor de filosofía, y Ariane (Louise Chevillotte), una de sus alumnas, con quien mantiene un romance secreto desde hace varios meses. Pero este amante también es un padre, y una noche su hija Jeanne (Esther Garrel) aparece en su casa, llorando, con una valija, tras ser abandonada por su novio Mateo (Paul Toucang).Jeanne, sin tener donde ir, cae en casa del padre, irrumpe en la vida de los dos amantes e inunda la casa con su profundo y obsesivo sufrimiento. Ariane trata de consolarla y escuchar sus penas, a la vez que comparte grandes secretos, que empieza a hilvanar —consciente o inconsciente— para seguir siendo el eje de la escena. Porque si ambas comparten la cercanía y complicidad de estar en un momento de la vida en el que el deseo las domina, las dos jóvenes protagonizan en realidad una guerra oculta, ya que el enemigo sigue siendo el enemigo, aunque uno sepa que está usurpando su espacio.Garrel abre un abánico narrativo sobre tópicos de la vida amorosa —la libertad, la diferencia de edad, la ausencia, las relaciones físicas, la intelectualidad, etc.— sin emitir juicio en ningún momento, limitándose a erigirse en espejo de las sutiles inflexiones de la vida y del ciclo sempiterno del deseo y el amor. Y esta novela de la vida es envuelta por el cineasta en una forma visual que demuestra un dominio y una depuración extraordinaria. Un estilo que hace de Amantes por un día una obra que va completamente contra la corriente predominante de un cine moderno lleno de efectismos y espejitos de colores.
8.0
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