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Crítica de "El silencio a gritos" y la violencia interior según Jose Celestino Campusano

Esta co-producción entre Bolivia y Argentina, la primera que filma José Celestino Campusano con el país vecino, plantea un caso de abuso en el seno de una familia tipo. Es interesante como el realizador de "Fantasmas de la ruta" (2013) toma un tema de suma actualidad pero no conforme con eso, redobla la apuesta y pone la mirada en la reacción familiar cuando el abuso sucede puertas adentro.

Crítica de "El silencio a gritos" y la violencia interior según Jose Celestino Campusano
martes 17 de abril de 2018

Dos hermanos adolescentes de 19 y 15 años respectivamente, contaminados por una educación machista e influenciada por una sociedad de consumo que pone al sexo como mercancía, abusan con frecuencia a sus hermanas menores de 16 y 13 años. Su padre, que soluciona los conflictos a fuerza de golpes y su madre, que trasmite en silencio una estructura de familia patriarcal, buscan conservar el orden familiar internamente, aun cuando sus hijas hacen la denuncia. El estado interviene y el conflicto lejos de solucionarse, se agrava.

Que aborto si, que aborto no. Pena de muerte para los violadores o cárcel común. Son los debates que instalan los medios frente a la presión social desde una visión externa a los conflictos. Pero Campusano se mete debajo de la superficial opinión pública y trata de exponer el entramado de situaciones sociales que complejizan una situación de abuso. A los culpables directos, que no son externos casuales sino que del propio seno familiar, se suman los padres como cómplices responsables, tanto por negadores como por encubridores.

En el otro extremo de la historia se encuentra la psicóloga social, encargada de tratar a las víctimas de abuso. Una mujer que tiene que lidiar hasta con los límites de comprensión de su marido, también formateado por la misma vara cultural. El patriarcado arraigado en el seno de la familia parece imposible de erradicar incluso ante la aberración del acto.

Campusano utiliza su estilo de cine bruto, directo a la yugular, para mostrar las variables del tema. Su cine, que en los últimos años, se va perfeccionando en la forma, logra un mensaje cada vez más contundente. En este punto, la escena de las confesiones de las chicas frente a la asistente social es de una angustia visceral. Son diez minutos de primeros planos en una película de sesenta. El eje central del relato, por supuesto, sostenido por las buenas actuaciones.

Sin embargo, en algunos lapsos, el relato cae en ciertos estereotipos que pierden fuerza narrativa. Un ejemplo es la respuesta del cura ante la confesión de la chica. Una escena que evidencia el pensamiento eclesiástico frente al tema pero no de la mejor manera para la película.

Campusano vuelve a poner el dedo en la llaga, contando historias que parece conocer a la perfección y a las que nadie, salvo él, se detiene a observar. En esa mirada incisiva sobre una realidad conflictiva, de la cual surgen infinidad de historias, se destaca como un autor diferente.

6.0
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