Viva la revolución

Cecil B. Demente

Cada tanto los cineastas hacen una película imposible. Soñada, desmedida y, sobre todo, plagada de excesos. Esa es Cecil B. Demente (2000) una de las últimas películas del veterano John Waters que funciona como un canto -o mejor dicho, un grito de guerra- al cine clase B en todas sus formas.

Cecil B. Demente
jueves 12 de abril de 2018
El director de Pink Flamingos (1972) su opus anárquico que lo catapultó a la fama como uno de los nombres más subversivos y divertidos del cine independiente, hace una declaración de principios con Cecil B. Demente: un grupo de guerrilleros del cine tiene como fin boicotear toda producción de Hollywood para enaltecer al cine arte, independiente y de culto, inclusive al cine basura.Para ello planean una película imposible con la estrella de Hollywood secuestrada Honey Whitlock (Melanie Griffith) de visita para una retrospectiva de su obra en el pueblo de Baltimore (ciudad natal de Waters), comandados por el director que “tiene una visión” Cecil B Demente (Stephen Dorff). Mientras tratan de filmar a cómo dé lugar, hacen intervenciones en convenciones cinematográficas y salas de cine pregonando “¡Haz buenas película o muere!”.Para esto la película juega con cuanto cliché cinematográfico tienen las distintas “ramas” del séptimo arte. Bastardean a Forrest Gump (1994) y Patch Adams (1998), mientras que enaltecen al cine porno y de artes marciales. “Se proyecta una de Pasolini y el cine está vacío” reclaman indignados, mientras exigen desnudos frontales y el asesinato inmediato de todo aquel que coma pochoclo en la sala.Cecil B. Demente es realmente divertida. Tiene la capacidad de reírse de si misma y de los tópicos del cine de los sesenta y los sinsentido del culto a cineastas incomprensibles. Toma el toro por las astas y es conscientemente desquiciada. Sus excesos saturan por momentos como toda película de finales de los noventa que busca la referencia en cada imagen. Pero es su espíritu salvaje el que la ubica en el lugar del recuerdo, porque no pretende ser genial sino, simplemente, hacer ruido como el revolucionario grupo protagonista.
7.0
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