Crítica de "Soldado": ¿Por la Patria?

Juan José González, un joven correntino de 20 años, ha tomado la decisión de unirse al ejército. Sin embargo, surgen preguntas: ¿Cuál es el propósito de un ejército en un país sin conflictos bélicos? ¿Y por qué un joven desea formar parte de él? Estas interrogantes son las que busca responder Abramovich en su película Soldado.

El director de Solar (2016) y del premiado cortometraje La Reina (2014) fusiona el estilo documental observacional con una narrativa ficcional para retratar los días de González, que transcurren lejos de su familia y amigos, entre el riguroso entrenamiento físico, los desfiles y su participación en la banda musical tocando el tambor. La estética de la película se caracteriza por cierta teatralidad, con planos fijos y una cámara que mantiene distancia del objeto retratado. Este enfoque refleja el artificio de ser soldado, donde para Abramovich, la experiencia parece ser una representación, un juego, un ensayo teatral. Ser soldado y actor se equiparan en un mismo nivel, donde el uniforme se convierte en un personaje impostado que al ser retirado, revela a la persona real.

Como en sus trabajos anteriores, Abramovich emplea el registro documental para explorar temas que lo obsesionan, como los mandatos familiares y hasta qué punto se puede elegir libremente frente a las decisiones de los padres. En el caso del protagonista de Soldado, la influencia paterna y las limitaciones económicas predominan sobre su decisión final. Para aquellos que no tienen las mismas oportunidades, la carrera militar puede parecer una de las pocas alternativas en búsqueda de un futuro "mejor".

Con esta película, Abramovich se afianza como uno de los cineastas que mejor combinan técnicas y formas para narrar historias documentales aparentemente insignificantes, pero que bajo su mirada se vuelven trascendentales y necesarias. Genera interrogantes que siempre encuentran respuestas, explorando aspectos fundamentales de la condición humana.