Ramiro

La película fue escrita por Telmo Churro y Mariana Ricardo y dirigida por Manuel Mozos. Como su protagonista, Ramiro es una película bastante amarga - o semi-amarga, dado que se presenta como comedia. Comedia en el antiguo sentido, por el final que posee: no porque sea graciosa. A vistas de la película, tocar fondo sería un éxito, porque de ahí no hay más que ir hacia arriba.Gran parte de la cinta se dedica a comprender exactamente el tipo de vida que Ramiro (António Mortágua) lleva, que es bastante pintoresca. Su vecina es una anciana que se encuentra en proceso de recuperar el habla tras un ACV. Ramiro es el tutor de Daniela (Madalena Almeida), la nieta de la mujer, huérfana de padre y madre. Tiene algo parecido a amigos, que aparecen cuando sale a tomar algo; tiene algo parecido a una novia, y algo parecido a un cliente, a quien jamás vemos comprando nada. En definitiva, su vida está llena de símiles relaciones.La historia no tiene nada parecido a un catalizador. Ningún evento saca a Ramiro fuera de quicio o fuera de su rutina, al menos no cualitativamente. Hay cualquier cantidad de posibles disrupciones melodramáticas, como la aparición de un preso homicida que puede o no ser el padre de Daniela, y la posibilidad de que Ramiro tenga un romance con la maestra de Daniela (o la mujer sexy del bar), pero nada toma forma. La vida le tira buenas y palos, pero nada que lo complique en demasía.Ramiro se alarga innecesariamente, divagando sobre las mismas situaciones o reiterándolas; hacia el final nada se ha resuelto y han quedado un montón de cabos sueltos. El acometido de Ramiro, más bien, es retratar un momento en la vida del protagonista - fracasado, resentido, juicioso - y los personajes satelitales que le rodean. Quizás parte del problema que sufre la película es el mismo que sufre el “héroe” que le da nombre: está demasiado cómodo para su propio bien.También como sus personajes, la película termina siendo llevadera y simpática. Está hecha con una actitud atractiva, no busca juzgar a nadie y esquiva la obvia tentación de burlarse o torturar demasiado a un protagonista tan vulnerable y contraproducente como lo es Ramiro. No hay giros terribles pero tampoco soluciones mágicas para nada. Y por más elemento melodramático que la historia introduzca, jamás se pone sentimental o moralizante... lo cual sería la muerte del personaje.