Mi espacio interior

Fukushima mon amour

La realizadora Doris Dörrie incurre en su última película en la relación entre una adolescente alemana en busca de identidad y la sabiduría ancestral de una anciana nipona en medio de la ciudad devastada por el terremoto de 2011.

Fukushima mon amour
jueves 09 de marzo de 2017
El vínculo madre-hija que se desarrolla entre ambas es la base de este relato que reposa en los personajes y sus cambios internos. Marie (Rosalie Thomass) llega a la ciudad de Fukushima en plan turístico, buscando en los viajes reencontrarse consigo misma luego de una ruptura amorosa. En ese lugar, donde la gente habita casas prefabricadas aisladas por la radiación, conoce a Satomi (Kaori Momoi), quién le pide ir a la zona devastada para reencontrarse con su viejo hogar, y con él, con sus recuerdos. Marie acepta contra su voluntad y al llegar descubre que Satomi no piensa regresar. Con el tiempo la joven alemana comprende los motivos de la mujer oriental.Doris Dörrie hace una película de fantasmas en un estético blanco y negro. Pero no será una película de terror sino todo lo contrario: una historia de viaje iniciático en el lugar del título, en clara referencia al clásico de Alain Resnais. La protagonista en quien reposa el punto de vista, es occidental y en permanente crisis existencial, nos identificamos con ella y desde ahí vemos con extrañeza a la anciana oriental exorcizar sus demonios tras un doloso trauma. Su conexión con los espíritus está asociada a las tradiciones niponas, que dimensiona el sentido “trágico” de cada una de las mujeres.El espacio es el tercer elemento en Fukushima mon amour (2016), la casa devastada, los lugares transitables y aquellos que no. Lo extraño en lo cotidiano se destaca desde el inicio con esa enorme cabeza de gato sobre una persona en la puerta de la estación de tren. Imagen reiterada sin otro sentido que producir una rareza en lo cotidiano. En esa línea la película construye la idea de hogar en Fukushima, demostrando que el espacio transforma a la persona que lo habita y viceversa. Los espíritus se presentan con normalidad en el lugar buscando un destino, un espacio donde alojarse para dejar de transitar eternamente en esa suerte de limbo radiactivo. La veterana directora hace una película potente, que cruza lo real con lo fantástico, para centrarse en las emociones de sus personajes y extraer así lo mejor del choque de culturas, con humanismo y sensibilidad.
9.0
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