Paraíso Perdido

Paraíso

El film Paraíso (Ray, 2016) del ruso Andrei Konchalovsky aborda al Holocausto desde una perspectiva inusual: sus protagonistas son colaboracionistas nazis, todos moralmente reprobables, pero representados al fin y al cabo como seres humanos. Hannah Arendt escribió sobre “la terrible banalidad del mal”; Paradise la muestra.

Paraíso
martes 22 de noviembre de 2016
Planteada como una serie de entrevistas a cámara (¿quién o qué está tras ella?), los personajes cuentan sus historias con naturalidad, sin hacer excusas ni buscar simpatía. Son Jules (Philippe Duquesne), un burócrata regordete y hombre de familia al servicio de la Gestapo en la Francia nazi; Helmut (Christian Clauss), un apuesto joven de sangre azul con una ambigua pero prometedora carrera en la SS y Olga (Yuliya Vysotskaya), una princesa rusa encarcelada en un campo de concentración por proteger a una pareja de niños judíos.La película - fotografiada por el gran Aleksandr Simonov - no sólo ha sido filmada en blanco y negro y maquillada con los ardides del celuloide inestable y una banda sonora resquebrajada, generando un efecto retro e incómodamente documental, sino que se presenta en el claustrofóbico formato 4:3. Mutilado así el ojo de la cámara, quedamos sujetos a la poderosa sensación de que estamos espiando la intimidad de estos nefastos personajes.Problemáticamente, gran parte de la película transcurre sin un foco muy claro en ninguno de los personajes o un hilo narrativo central. Jules, el personaje más magnético y fascinante, es descartado abruptamente, y la historia de Helmut es tan episódica que nunca estamos seguros dónde comienza su arco hasta que se cruza con Olga en el campo de concentración que le toca auditar. Entonces descubrimos la vieja relación entre ambos, documentada silenciosamente en carretes de 8 mm que imitan el tipo de algarabía danzarina que ya era nostálgica para 1942, y el resto es historia.Paraíso es un film de momentos y sentencias impactantes, complicado por una narrativa desenfocada y una breve pero clave instancia en la que Andrei Konchalovsky acude al golpe bajo. El film le valió el León de Plata a la dirección en la 73 Mostra de Venecia, lo cual es una medida más eficiente que otorgar premios individuales al poderoso trío protagónico, si bien menos justa. La intención de Paradise parece ser mostrar a estos personajes en toda su honestidad y sus contradicciones, reflexionando sobre sí mismos y sus acciones, mostrándolos complacientes e inseguros, como si su propio juicio de valor importara más que el de la película.
8.0
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