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Crítica de “Sangre de mi sangre/Blood Father” la violenta redención de Mel Gibson

Un verdadero deleite para los fans del actor, que quedarán sumamente satisfechos

miércoles 24 de agosto de 2022

Sangre de mi sangre (Blood Father, 2016) es la mejor película de Mel Gibson en años, ¿por qué? Porque tanto el argumento como las escenas de acción están hechas a la medida del actor de Arma Mortal (Lethal weapon, 1987), conociendo su personaje arquetipo, la imagen del actor de los últimos tiempos, y la explosión de violencia que sólo Gibson puede descargar en pantalla. 

La historia basada en la novela de Peter Craig (también guionista) es al estilo de Gibson: su hija adolescente Lydia (Erin Moriarty) se metió en problemas, la persiguen para matarla los asesinos más desalmados de la región de Albuquerque en Nuevo México. Sin otro recurso recurre a su padre, John Link (Mel Gibson), al que no ve por años por ser alcohólico y pasar sus últimos años en prisión (todo esto es explicado en una encantadora escena de terapia grupal de “descarriados anónimos” por el mismo personaje de Gibson). Cuando la hija aparece, único contacto con la realidad del hombre que la buscaba hace años, el tipo no duda en poner su libertad condicional en riesgo y ayudarla a solucionar sus problemas.

Cualquier contacto del pasado del personaje con el del actor no es pura casualidad, y la película sabe cómo explotarlo en demasía: su hija incursionó en la delincuencia sin embargo conserva una apariencia frágil que implica protección paterna. Su mejor amigo interpretado por William H. Macy sirve para intercalar los momentos de humor de la trama alivianando la violencia brutal que se desarrolla por momentos. El ambiente donde transcurre la acción sugiere la hostilidad de personajes toscos que viven en trailers y parecen haber quedados anclados en tiempos pasados.

Pero lo genial de la película además de manejar bien el ritmo, curva dramática y coreográficas escenas de acción a la antigua, es la descarga de violencia del actor y director de Corazón Valiente (Braveheart, 1995), pocas veces tan bien justificada como aquí, para desembocar en una alta dosis de golpes de puño y potencia cinematográfica justificada.

La redención es el arco dramático de la película y de Mel Gibson, reconocido católico y director de la brutal La pasión de Cristo (The passion of the Christ, 2004), que el director Jean-François Richet y el guionista Peter Craig utilizan para redimir también al actor, que no encuentra suficiente hablar en grupos de autoayuda para liberar su alma y recurre a una catarsis de violencia física. Presentada en el 69 Festival de Cannes y con producción francesa, Sangre de mi sangre (Blood Father) encuentra en su argumento el modo de canalizar la furia de Gibson de la mejor manera, cerrando un film altamente satisfactorio y efectivo, sin dudas, la redención que necesitaba.

8.0
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