Les Cahiers de Wenders

Los bellos días de Aranjuez

Los bellos días de Aranjuez (The Beaux Jours d’Aranjuez, 2016): un escritor mira por la ventana y se inspira. El paisaje es precioso – un jardín en la costa francesa, inundado por el sonido del viento y los pájaros. Se sienta a teclear en su máquina de escribir y conjura a un hombre, una mujer y una manzana en el jardín, que ahora se asemeja más a un Edén bíblico. Y los pone a dialogar.

Los bellos días de Aranjuez
jueves 01 de septiembre de 2016
Quizás diálogo es la palabra incorrecta. El hombre y la mujer no intercambian diálogo, intercalan monólogos difusos a la vieja usanza de la nouvelle vague. Hablan de lo primero que se les viene a la mente – sueños, recuerdos, el pájaro que acaba de posarse. La propuesta (según la narración del escritor) es una puesta en escena sin ningún tipo de contexto o marco narrativo. Estas personas existen fuera del tiempo o el espacio; sus pensamientos también.El texto es del dramaturgo austríaco Peter Handke, la dirección es del alemán Wim Wenders. La película fue filmada en 3D porque, según el director, “era la única forma de llevar al espectador al sitio”. Es raro pensar en el 3D como un recurso menos que efectista (y aplicarlo exclusivamente a algo tan mundano como una conversación de sobremesa) y el procedimiento resulta apropiado, tiñendo la escena de un hiperrealismo atractivo. Pero el que Wenders declare que con esta película ha “hecho las pases con el 3D” suena a ostentación publicitaria más que nada, considerando su excelente documental Pina (2011), que celebra y amerita el 3D en un 100%.Hacia el final la película se pone más y más meta-narrativa, desde la súbita e inexplicada aparición del músico Nick Cave para tocar “Into My Arms” junto a la rocola que está reproduciendo el mismo tema, y la amonestación que recibe el hombre al levantarse de la mesa y osar introducir “acción” a lo que debería ser puro diálogo. El fin mismo sugiere que la película es un experimento frustrado, que ineludiblemente toda ficción se ve contaminada por fuerzas externas.Dicho todo esto, Los bellos días de Aranjuez es recalcadamente aburrida. En sus 98 minutos de duración hay quizás 30 minutos para hacer un buen mediometraje, igual de efectivo y más eficiente. Como gran parte del catálogo de la nouvelle vague, el film es un chiste intelectual a expensas de los intelectuales. La afiliación debe ser deliberada – ¿por qué sino usar actores franceses y ambientar la película en un jardín, la locación preferida de Eric Rohmer?Wim Wenders obtiene exactamente la película que quería, pero no da ningún buen motivo para verla.
4.0
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