Nadar con otros

La Piscina

En La Piscina (2011), Carlos Machado Quintela muestra la rutina de un grupo de adolescentes que hacen natación. Pero lo más significativo del film no refiere a la historia, sino a lo que subyace a ella.

La Piscina
martes 02 de agosto de 2016
Ópera prima del realizador cubano Carlos Machado Quintela, La Piscina se concentra en la rutina de cuatro adolescentes (dos con problemas motrices, uno con síndrome de Down, otro que se niega a hablar) y su instructor. Mediante una serie de secuencias que transcurren en un solo día, Machado Quintela nos “sumerge” en esta suerte de comunidad cerrada, alejado de todo sesgo didáctico. Por otra parte, si hay humor (a cuentagotas) es porque los personajes ríen; las situaciones cómicas, como tales, no existen en este film, o al menos no hay aspiraciones de generar una empatía a partir de la comicidad. El guión de Abel Arcos se cimenta sobre la base de observaciones, en el detenimiento de los momentos de calma y en los de conflicto. Los cuatro se conocen, no hablan de sus carencias, pero es evidente que trabajan para sobreponerse a ellas. No son adultos, son adolescentes, y lo que les ocurre no ha de ser muy distinto a lo que le pasa a los otros de su misma edad, que aparecen en la película solamente en un momento y producen una sensación de gran distancia entre aquellos cuatro. El instructor no puede ser “uno más de ellos”, pero a la vez se hace evidente que los conoce y que ha realizado un trabajo pedagógico. Uno de los chicos lo interpelará de forma crítica; ¿por qué no se dedicó a la natación de forma profesional? Es una de las pocas preguntas que se hacen en el film, y por eso cobra relevancia. La piscina reincide sobre los núcleos de una parte de la sociedad (por su concentración etaria y por las cualidades de sus personajes), pero escapa al cartel de película “sobre adolescentes con problemas” y es allí en donde gana autenticidad.Machado Quintela alterna pequeños diálogos con momentos de plena acción. Su relato no tiene banda sonora y se compone esencialmente de primeros planos y de planos generales, como si lo subjetivo se recortara abruptamente -y adrede- del marco social. Transcurre en Cuba pero podría transcurrir en otras latitudes. Los encuentros personales, casi por sí solos, no revelan mucho. Pero los fragmentos cobran dimensión dramática en función de la dinámica grupal; los modos de mirarse, los espacios de conflicto, generan una apertura para el espectador a medida que el día transcurre y sabemos mejor cómo cada uno de ellos percibe al otro. Hay un enamoramiento que, trabajando en dos secuencias, produce una emoción que a veces no genera ni un largometraje “clásico” que dura dos horas (La piscina apenas sobrepasa la hora de duración). Ese es uno de los principales méritos de la película; la concisión dramática, algo que aquí es mucho más una mera marca formal.
8.0
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