Despidiéndose

La última tierra

La última tierra (2016) comienza con una escena larga que incomoda, o al menos el impacto al verla es un tanto perturbador, porque tiene que ver con la intimidad de los personajes y que, por medio de la contemplación de la misma, termina por desnudar información que seguramente en otra instancia, no se hubiese conocido.

La última tierra
miércoles 20 de abril de 2016
Esa misma escena, reveladora sobre el vínculo y el estado de la pareja protagónica (Ramón del Río, Vera Valdéz Barreto) construye una instancia de compasión de la que no se puede volver nunca más.La última tierra es una película que pone el “hasta que la muerte nos separe” al extremo, narrando los últimos días de Amancio y Evangelina, dos ancianos, que tras el largo período de enfermedad de la mujer, saben que el ocaso los está por alcanzar.Desde la intuición y con más decisión que coraje para enfrentarse a la realidad, Amancio “ayuda” a su mujer, quien postrada en la cama sin reconocer a nadie y casi perdida durante todo el día, sólo espera que la muerte finalmente termine con ella. Pero Amancio es un luchador, dentro y fuera de su casa, y le brinda los cuidados diarios a su mujer, junto a una serie de tareas que realiza en los alrededores de su humilde vivienda.La cámara del realizador Pablo Lamar acompaña, muestra, contextualiza, detalla. Hace esfuerzos sobre humanos para poder reflejar esa intimidad sin siquiera modificar su entorno (la luz de una vela es la única que ilumina a estos personajes el ambiente). Este registro casi minimalista de la acción ubica a La última tierra en la lábil línea que separa la ficción del cine documental.La decisión de que no posea diálogo alguno, tan sólo algunos sonidos guturales de Evangelina, también potencian esta idea de falso documental, por lo que el espectador nunca termina de comprender -hasta el final- si aquello que está asistiendo es verdad o mentira. En un momento Lamar deja de mostrar a la pareja o al hombre en sus actividades diarias, y reposa la cámara en un río que fluye y que resuena con el mismo sonido del recuerdo que se evoca, para también dar un respiro al espectador que para este entonces ya está tan compenetrado con la pareja que siente el mismo dolor y agobio que ellos.La última tierra es una película agobiante, asfixiante, con la imposibilidad de escapar de un universo hermético, sólo abierto al espectador para que también contemple una dolorosa realidad en la que muchas personas de la tercera edad, y en el final de sus vidas, se encuentran solos y a la deriva.
6.0
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