Amor de primavera

Maturità

Maturità (2016) es un nuevo y bienvenido resultado del taller de realización que dicta el cordobés Rosendo Ruíz en un colegio de su provincia, el Dante Alighieri. Aquí, el foco de atención está puesto en una alumna que mantiene un romance con uno de sus profesores, en medio de un contexto electoral (en el colegio y en el país).

Maturità
lunes 18 de abril de 2016
Mauricio Macri. Sergio Massa. Daniel Scioli. ¿Qué tienen que ver estas figuras con el contexto en el que transcurre buena parte del metraje de Maturità? Mucho, por cierto. Tan así que, aunque en las sombras, en la aparición de sus imágenes en televisores, la inclusión de esos políticos –y, por extensión, de la vida política del país- aporta una mirada más amplia, más “puertas afuera” del típico colegio de clase media / media-alta. Tal vez, esa amplitud repercute en la necesidad de la bella Canu de mirar más hacia afuera y comprender, al mismo tiempo, la gesta de sus pulsiones amorosas y el peligro de su objeto de deseo. Madurar, ni más ni menos. Madurar.La intención de Ruíz de graficar más el contexto no va en detrimento de lo que ocurre puertas adentro de la escuela o de las casas. El profesor de arte que deviene novio clandestino no desconoce las limitaciones de su romance, pero no deja de repetirle a su enamorada que está dispuesto a correr el riesgo. Y uno de los aciertos del film es respirar esa misma gravedad, ubicándose a un costado de los personajes y no en un pedestal. Las “traiciones” adolescentes, las dudas, los debates internos, dan cuenta del drama que vive Canu, pero a la vez trazan una imagen más generacional en torno al amor en un momento en el que se empieza a ser un ciudadano autónomo. Afortunadamente, el guión no le resta importancia a los momentos vitales y plenos en felicidad de los jóvenes, que aquí se muestran comprometidos (acaban de votar representantes del centro de estudiantes). La película transita esa dualidad entre lo dramático y lo cómico sin perder su cohesión.Maturità también se detiene en dos anécdotas que van de la vida real a la pantalla: la posible existencia de un fantasma que habita el colegio, y la triste historia de un mantero que tras perderlo todo se suicida frente a la comunidad. Esos dos episodios generan un paréntesis dentro del drama central. En el segundo caso, el hecho teje una red de sentidos con esa imagen de país que los chicos van a intentar revertir. Una historia trágica y local que no puede entrar dentro de la órbita de los discursos políticos que proliferan en todas las pantallas.Rosendo Ruíz parece cada vez más alejado de aquella maquinaria perfecta (por su ritmo, por su nivel de sorpresa, por la picardía que revelaba fotograma a fotograma) que es De Caravana (2010), su potente ópera prima. Pero luego de la primera experiencia con su taller en Todo el tiempo del mundo (2015), se consolida como un verdadero maestro de este proyecto que aúna pasión cinéfila y pedagogía escolar. Desde esta perspectiva, Maturitá es una película más lograda desde la técnica, pero también desde la construcción de la trama y el trabajo con estos pequeños grandes actores.
8.0
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